Cuatro de cada 10 radares de Cataluña están mal señalizados

Desde hace unos años los radares son una parte más del paisaje de las carreteras españolas. Su nacimiento se debió a la búsqueda del aumento de la seguridad y de la reducción de los accidentes por exceso de velocidad, pero a la hora de la verdad muchos conductores consideran que su presencia es en gran parte solo por afán recaudatorio. El RACC ha analizado los 249 radares fijos y de tramo que existen en las carreteras catalanas y sus conclusiones no hacen si no echar más leña al fuego.

El titular principal del estudio es que el 40% de los radares están mal señalizados, entendiendo por ello que no informan del límite de velocidad al que se puede conducir, ni en el propio radar ni antes con alguna señal.

Además, según el RACC, el 38% de las señales que advierten de la presencia del radar están o demasiado lejos o demasiado cerca del este, fuera de lo que se considera la distancia óptima, que es entre los 500 y los 1.250 metros.

Pero posiblemente lo más preocupante sea esta otra conclusión: muchos de los radares están colocados en zonas donde sencillamente no hacen falta. Por lógica los dispositivos deberían estar situados en zonas de alta siniestralidad, tramos en los que por la razones que sea (curvas peligrosas,  mucho tráfico) hay una gran concentración de accidentes. Pero no es así.

El 45% de las carreteras catalanas tienen un índice de accidente bajo o muy bajo, pero tienen el 58% de los radares de la comunidad. En cambio, las vías con un riesgo de accidentalidad muy alto, que son el 18%, apenas cuentan con el 3% de los radares.