Las pick-ups nacieron como un vehículo de trabajo pensado para desarrollar tareas pesadas y para facilitar la carga y descarga de material. Sin embargo, como ocurre en prácticamente todos los segmentos, siempre se acaba buscando crear variantes enfocadas a la deportividad. Entre las camionetas ya hay una nueva reina en este campo: la Shelby F-150 Super Snake Sport, basada en la Ford F-150, uno de los modelos más vendidos de la historia del automóvil.
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Se intuye que la F-150 es el punto de partida de esta versión, pero Shelby se ha encargado de introducir suficientes cambios como para que se muestre prácticamente irreconocible: el capó cuenta con una toma de aire, en el frontal la parrilla específica es cromada y luce la serpiente del preparador, el paragolpes se alarga casi hasta tocar el suelo, la carrocería está decorada con vinilos y las llantas de 22 pulgadas son negras.
También hay detalles específicos en el interior, aunque no se han hecho públicas las imágenes, que incluyen tapicería de piel para los asientos, alfombrillas con el logo de la compañía y molduras de fibra de carbono.
Ahora bien, lo que más destaca es su apartado mecánico. La pick-up se ofrece con dos variantes que emplean el mismo motor 5.0 V8, pero en la de acceso es atmosférico y rinde 400 CV, mientras que en la superior va sobrealimentado y llega hasta los 781 CV, acelerando de 0 a 100 km/h en 3,45 segundos. A esto se suma el sistema de escape Borla, una suspensión rebajada que reduce los cabeceos de la carrocería y un equipo de frenos de mayor tamaño.
Aunque la Shelby F-150 Super Snake Sport comenzó su andadura como prototipo, la gran aceptación que tuvo en su presentación ha provocado que vaya a convertirse en un modelo de producción limitada, del que solo se fabricarán 250 unidades, cada una con un precio que arranca en 86.085 dólares (casi 78.000 euros) para la versión con el motor atmosférico y en 93.385 dólares (algo más de 84.000 euros) para la que usa el bloque sobrealimentado.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.