“Al principio era el segundo coche de la casa, pero ahora mi marido y yo nos peleamos muchos días para ver quien se lo lleva, sobre todo cuando los dos tenemos que ir al centro”, dice sonriendo Cristina García, ejecutiva de 43 años y con dos hijos. Continúa: “Lo compramos en agosto de 2015 y tiene ya 20.000 kilómetros, porque vivo en San Agustín de Guadalix (Madrid) y hago cada día entre 60 o 70 kilómetros. Lo que más me gusta son las facilidades para aparcar y el ahorro de combustible. Tengo una tarifa verde especial y me sale muy bien. Pero valoro mucho también la conducción, porque es muy suave, no se oye nada y resulta muy ágil y relajado de llevar. Estoy segura de que repetiré con los eléctricos”.
Los conductores de coches eléctricos son los que muestran índices de satisfacción más elevados, por encima del 90%, y en marcas como Nissan incluso en torno al 95%, según los estudios de los fabricantes de estos modelos. Y eso es lo que confirman también los siguientes usuarios.
A Elías Pérez, 20 años y estudiante de Ingeniería Industrial en la Politécnica de Madrid, el coche eléctrico que compró su padre hace dos años para la familia le ha cambiado la vida: “Antes tardaba entre hora y hora y media en venir a la facultad, porque tengo muy mala combinación de transporte público. Además, me resultaba inviable venir en coche, porque me paso aquí todo el día y el coste del aparcamiento regulado era prohibitivo. Así que mi padre empezó a mirar alternativas y encontró la del coche eléctrico. Además de la comodidad, ahora tardo media hora en venir y gano como mínimo dos horas más para estudiar cada día. Pero sobre todo llego, aparco y me olvido, porque el aparcamiento regulado es gratuito y no he vuelto a pedir dinero en casa para gasolina. Tampoco tengo problemas de autonomía, recorro unos 40 kilómetros diarios y solo lo recargo cada dos o tres días. Nunca he tenido que volver a casa para recargarlo”. Elías valora también el relax en la conducción y el brío. “Es muy silencioso, con lo que se oye muy bien la música. Y de potencia va sobrado, como un coche de gasolina o más”.
Mario González López, ingeniero de 38 años, está a punto de cumplir un año con su coche eléctrico, que se acerca ya a los 10.000 kilómetros. “Lo compré porque trabajo en Endesa y nos ofrecieron unas ayudas de 6.000 euros para promoverlos y convertirnos en embajadores de la movilidad eléctrica. El incentivo, que implica poner una pegatina en el coche, es importante, pero el coche eléctrico se sostiene ya casi solo. Yo hago normalmente de 20 a 30 kilómetros al día, pero a veces llego al doble, y recargando un par de veces a la semana tengo de sobra”.
Mario se siente también un pionero y disfruta sus ventajas: “Es lo que más me gusta, porque como somos pocos, me veo como un privilegiado: puedo ir al centro de la ciudad y no pagar por aparcar, en algunos centros comerciales tenemos plazas reservadas… Todo son facilidades. Y está también la ventaja del medio ambiente, porque para mi no contaminar es siempre positivo. Si las cuentas te salen y además ayudas a reducir las emisiones, pues mucho mejor”.
A Mario le gusta también la conducción. “Tengo otro coche de 200 CV y lo voy a vender. Son como lo antiguo y lo moderno, el pasado y el futuro. El eléctrico acelera muy bien, es muy suave y silencioso, tiene una conducción relajante... La gente cuando se sube te dice que parece una nave de Star Wars, porque al acelerar emite un ligero silbido de fondo que les recuerda a las películas. En cuanto la autonomía permita viajar, y no creo que falte mucho, los coches térmicos actuales serán historia”.
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