Hace unos días, Reuters, la agencia internacional de noticias, publicaba que Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos, quiere, entre otras medidas, acabar con las ayudas a la compra de vehículos eléctricos. Su equipo de transición planea eliminar el crédito fiscal de 7.500 dólares (7.125 euros) para vehículos eléctricos, como parte de la reforma tributaria que quieren implementar. Esta medida podría afectar significativamente la transición hacia los coches sin emisiones en Estados Unidos.
Elon Musk, consejero delegado de Tesla, declaró que la eliminación del subsidio afectaría mínimamente las ventas de su empresa, pero sería “devastadora” para los competidores de Tesla en el país, como General Motors, Ford y Stellantis. En la bolsa de valores, las acciones de Tesla cayeron un 6%, mientras que Rivian y Lucid, competidores más pequeños, sufrieron pérdidas por encima del 14%. Estas reacciones de los mercados reflejan el impacto potencial de la medida en la industria.
La eliminación de estas ayudas está respaldada por el sector del petróleo y el gas. Su hombre fuerte es Harold Hamm, un miembro clave del equipo de transición de Trump. La medida busca redirigir el dinero que esta medida ahorraría para financiar los recortes fiscales de la administración Biden. Sin embargo, voces como la de la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, advierten que eliminar el incentivo reduciría la competitividad de los Estados Unidos frente a China, líderes en la producción de vehículos eléctricos.
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Tesla saldría beneficiado
Aunque la derogación del subsidio podría perjudicar a la mayoría de los fabricantes de vehículos eléctricos, Tesla podría salir beneficiada. Musk ha argumentado que eliminar las ayudas impactaría más en los competidores emergentes que en Tesla, ya que esta última posee ventajas en los costes de producción y una posición de liderazgo en el mercado. Estas condiciones le permitirían resistir mejor los desafíos que surjan de la medida.
En el tercer trimestre de este año, Tesla vendió en el mercado estadounidense casi la mitad de los vehículos eléctricos que se despacharon. Actualmente, la compañía de Elon Musk tiene una cuota de mercado del 55% que, aunque ha disminuido en los últimos años frente a sus competidores, (79,4% en 2020), sigue manteniendo una posición dominante. Según diversos analistas, la capacidad de Tesla para mantener los costes bajos y su ingeniería avanzada le otorgan una ventaja competitiva que otros fabricantes aún no alcanzan, especialmente en un mercado sin subsidios.
Desventaja frente a Tesla
La eliminación de estas ayudas dificultaría que tanto los nuevos competidores, como los ya instalados en el mercado estadounidense, alcancen rentabilidad en sus ventas. Además, Tesla se beneficia de políticas proteccionistas que bloquean importaciones de coches eléctricos chinos con altos aranceles, impidiendo que rivales como BYD compitan en el mercado de Estados Unidos. Esto le ofrece a Tesla un entorno más favorable, incluso sin los incentivos fiscales actuales.
Fabricantes tradicionales como General Motors, Ford o Stellantis dependen de los créditos para sostener la producción de vehículos a baterías y atraer usuarios. Así, Ford se enfrenta a grandes pérdidas en su división de eléctricos, mientras que General Motors ha recibido beneficios significativos de las actuales ayudas. Con el tiempo, la eliminación de este subsidio dificultaría todavía más la transición de estas empresas hacia la rentabilidad en el segmento eléctrico, dejándolas en desventaja frente a Tesla y al resto de competidores internacionales.
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