Dicen que la perfección no existe, una máxima que se puede aplicar al ámbito de la conducción. Aunque nos consideremos conductores experimentados, muchos acarreamos algunas manías al conducir que pueden provocar incluso una avería. Es el caso de estos seis malos hábitos, muy comunes entre miles de conductores, que se deberían desterrar cuanto antes. El coche (y el bolsillo) lo agradecerán.
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1. Descensos en punto muerto
Nunca lo olvides: lo de ahorrar combustible con el punto muerto en las bajadas es una leyenda urbana. De hecho, se trata de una imprudencia que puede tener nefastas consecuencias. Conducir sin la marcha metida implica menos control sobre el vehículo, con el peligro que eso supone.
Muchos conductores aún se creen en este falso mito del punto muerto. ¿La realidad? Si no pisamos el acelerador, aunque se lleve una marcha metida, el coche no consume combustible porque el sistema de control de inyección electrónica corta el suministro del mismo.
2. Conducir con el coche en reserva
En muchas ocasiones apuramos tanto el depósito que, inevitablemente, nos salta la señal de alarma de la reserva. Hay que evitar en lo posible que esto suceda, ya que se puede acabar averiando la bomba de combustible. También se pueden ver afectados los inyectores a causa de la suciedad acumulada en el fondo del depósito.
Para evitar esta incidencia, lo ideal es repostar cuando todavía nos queda un cuarto de depósito lleno de gasolina. De esa manera, garantizamos que la bomba se mantenga siempre a un nivel adecuado. Desterrar este mal hábito nos puede ahorrar un buen disgusto.
3. Mala posición al volante
Sentarse bien ante el volante es vital para garantizar una conducción segura. Muchos conductores parece que se olvidan de algo obvio: jamás hay que colgar los brazos del volante, ni cruzarlos, ni sujetarlo por abajo ni agarrarlo con fuerza.
Lo idóneo es colocar las manos en el volante en la posición de las “diez y diez” de las agujas del reloj, con los brazos flexionados y los codos pegados al cuerpo. Tampoco hay que sentarse alejado del volante ni demasiado cerca, ya que además de dificultar los movimientos puedes sufrir graves lesiones en caso de accidente, en muchas ocasiones provocadas por el propio airbag.
4. Mantenimiento del aire acondicionado
Incluso en invierno, es conveniente encender el aire acondicionado, aunque sea una vez al mes durante alrededor de 10 minutos. De esta manera, se alarga la vida del compresor y se evitan posibles fugas de gas. Si mantenemos el aire acondicionado sin utilizar durante mucho tiempo, se puede dañar el sistema por falta de lubricación.
5. Apagado del motor
Un viaje largo cansa, más aún al conductor que, en cuanto llega al destino, tiende a apagar el motor de forma inmediata. Ojo, porque si hacemos esto con cierta frecuencia y nuestro vehículo tiene turbo, el circuito de circulación del aceite se puede quemar y averiarse.
No debemos olvidar que el turbo puede alcanzar temperaturas de hasta 500 grados y, si apagamos súbitamente el motor, el aceite que queda en el circuito nos la puede jugar. Lo suyo es dejar reposar unos instantes el propulsor antes de apagarlo. De esa manera, el sistema de refrigeración enfriará el turbo y reduciremos la posibilidad de avería.
6. No frenar ante badenes u otros obstáculos
Aunque se olvide, el vehículo es una máquina que, si no se cuida lo suficiente, se puede estropear. Así que cuando aparezca algún obstáculo en la carretera o superes los badenes colocados en la vía, reduce velocidad y frena lo suficiente. Tus neumáticos y la suspensión del coche lo notarán para bien.
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