Las plazas destinadas a vehículos de personas con movilidad reducida son espacios reservados, en exclusiva, para estos usuarios. Ocuparlas no está permitido: ni para efectuar una breve parada. Pero ¿qué pasaría si alguien aparcase y después pintaran la señal que delimita ese espacio?
El artículo 94 del Reglamento General de Circulación (RGC) establece que está “prohibido parar y estacionar en zonas señalizadas para uso exclusivo de minusválidos”. En ese apartado también especifican que la sanción para esta infracción grave es de 200 euros, sin pérdida de puntos.
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Esto es lo que sucede cuando un conductor aparca en una plaza reservada para personas con movilidad reducida. El protagonista de la siguiente historia, sin embargo, estacionó su coche en un hueco sin señalización alguna y, cuando regresó, el espacio estaba destinado a minusválidos y, además, le habían multado.
Una plaza señalizada ‘a posteriori’
Este es el resumen rápido de la situación que un conductor ha vivido en Valencia y ha contado desde su cuenta de Twitter. Allí ha explicado que aparcó el viejo Opel Cosa de su tía en la calle Almirante Cadarso, frente al Cine d’Or: un punto ubicado en el Ensanche valenciano.
Cuenta, también, que, desde hace un año, en el adyacente barrio de Russafa ya no hay plazas de aparcamiento gratuitas: sólo hay zona naranja para aquellos residentes que tienen tarjeta. En el propio Ensanche, alternan las plazas azules, del servicio de estacionamiento regulado, con las blancas, donde se puede aparcar sin pagar.
Una multa sin justificación
Fue ahí donde estacionó el Opel Corsa a finales de abril. Ocho días después, volvió a por él y encontró lo que define como “escena surrealista”. Debajo del vehículo había aparecido la señal que indica que es una plaza reservada para personas con movilidad reducida y parte de las líneas blancas habían sido pintadas de negro: en ese intento por borrarlas, habían manchado las ruedas del coche, como muestra el conductor.
En el limpiaparabrisas del coche estaba la correspondiente multa. El boletín, eso sí, tenía su propia sorpresa: no figuraba la razón de la denuncia, sólo estaba el número de referencia. Con ese dato, llamó al Ayuntamiento de Valencia que le derivó a la Policía Local.
Le explicaron que no tenían ninguna denuncia registrada. Por un momento, pensó que, quizás, le habían dejado la multa en blanco porque habían comprendido la injusticia de la situación. No ha sido así porque, esta semana, le ha llegado la sanción por correo: 200 euros, que se quedan en 100 si paga en menos de 20 días. El mismo plazo que tiene para recurrir.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.