Así afecta el uso del GPS al cerebro de los conductores

Abusar de los dispositivos de navegación es contraproducente para quienes se ponen al volante, el método tradicional era mejor.

La mayoría de los conductores jóvenes, y también algunos de los adultos, se han acostumbrado a utilizar el GPS prácticamente cada vez que cogen el coche. No lo usan en desplazamientos que ya tienen dominados (a veces sí, por ver la situación del tráfico), pero sí cuando tienen que ir a un lugar nuevo. Es un hábito que podría parecer inocuo, pero en realidad afecta al cerebro de los conductores.

Y es que, abusar del sistema de navegación hace que el usuario deje de ejercitar el hipocampo, el área del cerebro responsable de la memoria y el sentido de orientación, lo que hace que pierda facultades en ambas facetas.

Así lo pone de manifiesto una investigación publicada en la revista Scientific Reports, en la que se señala que actividades que tradicionalmente había llevado a cabo el ser humano por su cuenta, como es orientarse en el medio en el que se encuentra, no se estarían trabajando.

Antes se trataba de una función activa, es decir, era el propio individuo el que, moviéndose de la manera que fuera, se encargaba de mapear la zona en la que se encontraba, creando por sí mismo el mapa del lugar, prestando atención y codificando la información que recoge de todo el proceso.

Sin embargo, desplazarse utilizando el GPS cambia el enfoque del conductor, puesto que, en lugar de un perfil activo, se convierte en un sujeto pasivo que se limita a seguir órdenes, lo que no produce el mismo tipo de actividad cerebral y no ayuda a mejorar el aprendizaje espacial.

Navegador GPS

El caso de los taxistas de Londres

Hay varias investigaciones que apuntan en esta misma dirección, siendo una bastante llamativa la llevada a cabo por el University College de Londres.

Ésta tomaba como grupo de estudio a los taxistas de la capital británica, que cuando realizaban su trabajo de manera tradicional, es decir, memorizando las calles de la ciudad y aprendiéndose el callejero, su hipocampo se desarrollaba hasta tal punto que era el mayor de entre todos los grupos de la población.

Eran capaces de cartografiar las calles y creaban su propio código para interpretar la ciudad, habilidad que, con el auge del uso del GPS se ha perdido en conductores modernos, por ejemplo de VTC, que no tienen que aprenderse el callejero para poder ejercer su profesión.

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