La consultora estadounidense INRIX, especializada en análisis del tráfico, desveló que los conductores españoles pierden 20 horas del año en los atascos. A priori puede parecer una cifra abultada, pero comparada con los números de la congestión más grande del mundo resulta, incluso, ridícula.
El atasco más grande del mundo tuvo como escenario la autopista G110 Pekín-Tíbet. Esta vía abarca aproximadamente 1.100 kilómetros y lo cierto es que sus congestiones de tráfico son habituales.
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En 2004, debido al desvío del tráfico procedente de otra carretera, ya protagonizó un enorme atasco. Nada tuvo que ver con el vivido en 2010: aquel 13 de agosto, la congestión de la autopista G110 era la usual y nadie habría dicho que se iba a producir un colapso que duraría días.
El tráfico superó en un 60% la capacidad máxima de la carretera y dio forma a una congestión de 100 kilómetros que duró más de 10 días. Los coches recorrían al día un kilómetro, y los cálculos apuntan a que los conductores pasaron entre uno y cinco días en sus coches.
Abrieron salidas para que las carreteras secundarias funcionasen como vías de escape, pero esta solución no fue suficiente. De hecho, el tráfico no empezó a mejorar hasta el 23 de agosto. ¿Cómo se produjo el que está considerado como el atasco más grande del mundo?
Las causas
No hay una sola respuesta, sino varias. La autopista G110 tiene muchos peajes y estas barreras ralentizan el ritmo. A esto se unió la operación retorno de muchos pekineses y los trabajos de mantenimiento de la vía, que hacían necesaria la presencia de más camiones de lo normal y, además, frenaban la circulación.
Otro motivo fue el incremento de la producción de carbón en Mongolia: este material llegaba a Pekín, principalmente, por la autopista G110. Y, por último, las infraestructuras de China, un país en desarrollo, eran insuficientes para acoger a todos los coches que se vendían. No en vano, el año previo, en 2009, se matricularon 13,5 millones de vehículos.
La cara B del atasco más grande del mundo
Mientras los conductores buscaban la manera de pasar el tiempo y, sobre todo, de sobrevivir dentro de aquella congestión, durante la cual, incluso, se produjeron robos de combustible, los vecinos de las localidades cercanas sacaron todo el rédito posible al acontecimiento.
Conociendo la necesidad de la gente que estaba sufriendo el atasco en primera persona en la autopista G110, aprovecharon los márgenes de la carretera para poner a la venta víveres básicos: eso sí, lo hicieron doblando y triplicando sus precios.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.