El filtro de aire para los pasajeros, también llamado filtro del habitáculo es un componente muy importante para mantener la pureza del ambiente a bordo, pues retiene las impurezas del aire que llega a los pasajeros. Y esto cobra especial importancia en épocas como la primavera, donde las personas alérgicas pueden resguardarse de la contaminación exterior.
Si este filtro de aire está sucio o mal puesto, el habitáculo se contaminará con todo tipo de partículas. E incluso de malos olores procedentes del exterior, que pueden afectar a las personas o los animales que vayan a bordo.
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Si la suciedad se acumula en él, también puede que aumente la posibilidad de generar alergias, porque al polen o la contaminación le añade la suciedad que tiene acumulada y que respirará el conductor o sus acompañantes.
Cambiar el filtro de aire: el truco secreto
Para solucionar un problema con el filtro, lo primero que hay que hacer es averiguar dónde se sitúa este elemento. Lo normal es que esté en el fondo de la guantera, oculto a la vista.
Para alcanzar el filtro, hay que extraer la tapa principal de la guantera, que dejaría a la vista este elemento purificador, o acceder a una segunda tapa dispuesta en el fondo de la guantera, que daría acceso al mismo.
Esa segunda tapa puede tener diferentes formas de apertura, como una pestaña o un botón que la desbloquea y permite acceder al filtro.
Lo demás es fácil. Se sustituye este filtro (se puede comprar en cualquier concesionario oficial de la marca o en una tienda de recambios de automóviles) y se vuelve a cerrar la tapa del fondo.
¿Cuándo hay que cambiar el filtro del habitáculo?
Por regla general, en las revisiones programadas de cada modelo, la marca dictamina el número de kilómetros tras el cual habría que sustituir el filtro del habitáculo.
Claro que depende de por dónde se circule, ya que no es lo mismo hacerlo todo el día por una gran ciudad, donde la contaminación lo saturará antes de tiempo, que hacerlo por un pueblo o en frecuentes viajes, donde el aire estará más limpio.
En cualquier caso, no está de más echar un vistazo cada año y comprobar su color y si tiene polvo, polen o suciedad; lo que demostraría que se ha circulado por zonas sin el aire muy limpio. Si se muestra ya negruzco, es un síntoma de que requiere su cambio.
En cualquier caso, lo aconsejable es hacerlo entre los 15.000 y los 20.000 kilómetros o cada año (o antes, si se circula por algunas zonas más sucias).
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