Encontrar un sitio para aparcar el coche en la ciudad puede ser una tarea, casi, imposible: sobre todo en las horas críticas o en aquellos momentos del día con mayor densidad de tráfico. En muchas ocasiones los conductores se topan con señales que se parecen a las de prohibido estacionar: ¿qué significan?
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Normalmente, las señales que prohíben aparcar tienen forma circular: su fondo es de color azul, el borde es rojo y tiene una línea diagonal del mismo tono. Eso sí, hay variantes y conviene conocerlas porque las multas por estacionamiento indebido ascienden a 200 euros.
Las señales R-308 A y R-308 B dejaron de existir en 2023, aunque persisten de otra manera. El artículo 154 del Reglamento General de Circulación (RGC) establecía que la primera, que lleva el número romano I, prohíbe aparcar en días impares y la segunda, con el II, hacía lo propio con los pares.
Hoy en día es posible encontrar señales que indican la misma prohibición, pero estéticamente son distintas: con estos cambios son más fáciles de entender. En lugar de números romanos, habitualmente, muestran los meses o quincenas (pares e impares) en los que no se puede aparcar.
¿Por qué sólo se puede aparcar en determinados momentos?
Las señales que prohíben aparcar en meses o quincenas pares e impares se suelen instalar en zonas urbanas donde es necesario optimizar el espacio disponible.
Hay calles que son demasiado estrechas para que los vehículos aparquen en ambos lados y permitan una circulación segura. Con estas señales, se mantiene un carril de tráfico abierto para los residentes, los vehículos de emergencia, policiales …
Existen otros motivos como, por ejemplo, repartir las zonas de aparcamiento de manera equitativa para que los coches estacionados no estén siempre en el mismo lado con las molestias que eso puede acarrear. Sirve, además, para evitar que se abandonen vehículos durante mucho tiempo o para facilitar las labores de limpieza.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.