Sí, su coche puede provocar un incendio. Y no, no hablamos de accidentes escalofriantes ni de superdeportivos furiosos que expulsan fuego por el tubo de escape. Basta combinar el calor del verano y un aparcamiento descuidado para que las llamas puedan entrar en acción.
En el interior del motor se producen explosiones y se alcanzan temperaturas de cientos de grados. Los gases y el calor se expulsan por la salida de escape, pero antes recorren todos los bajos del coche a través de los conductos metálicos del sistema. Y estos se calientan tanto, que siguen quemando al tacto incluso tiempo después de haber aparcado.
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Este efecto casi nunca supone un problema, pero en verano, con la sequedad del ambiente y la vegetación, hay que tener especial cuidado, porque el riesgo acecha y el fuego puede aparecer casi con la misma facilidad que con una colilla mal apagada que el viento saca del cenicero o los trozos de carbón incandescente que saltan a veces de las barbacoas.
La mayor atención debería dedicarse fuera de la ciudad, en entornos naturales, como cuando se deja el vehículo aparcado junto a una carretera secundaria antes de emprender un paseo por el campo o cuando se introduce en ese hueco casi imposible que se ha visto cerca de la playa a la que se acude.
En los aparcamientos acotados el riesgo es menor, pero siempre que estén asfaltados, porque las explanadas de tierra, habituales en muchas localidades de costa e interior, también pueden contener sustratos vegetales susceptibles de prender.
Y tampoco hay que confiarse en un parking cimentado, como el del restaurante al que se va a comer o cenar: el suelo sale de la ecuación, sí, pero al aparcar marcha atrás la salida de escape puede quedar en contacto con los muros de plantas que suelen rodear estos espacios.
Si sucediera lo peor, el coche prendería primero la vegetación, y luego sería esta la que haría arder el vehículo. Y puede tardar apenas un minuto o varios, según el calor, el viento y otros factores. Pero, si se dispone de un extintor, todavía podrá apagarse. Una vez que el coche empiece a quemarse, eso sí, resulta vital alejarse, porque cuando las llamas lleguen al depósito producirán una explosión.
Poco más se puede hacer, y casi todo depende de la atención y responsabilidad del conductor. Si no queda otra que dejar el vehículo sobre vegetación seca, o en contacto con ella, lo ideal sería esperar a que se enfríe lo suficiente o humedecer la zona, llevando una botella de agua, por ejemplo.
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