Cuando llega a esa época del año en que el termómetro se sitúa o supera los 30 grados centígrados de temperatura, montarse en un coche se convierte en una experiencia desagradable. El calor es un enemigo declarado del confort mientras se conduce un automóvil y puede llegar a afectar tanto la salud física de los pasajeros y del conductor como a la capacidad de este último para conducir de manera segura.
El calor es un enorme problema y entre los síntomas que puede presentar a los ocupantes de un automóvil destacan: fatiga, somnolencia, deshidratación, estrés térmico, irritabilidad, reducción de la capacidad cognitiva, visión borrosa o calambres musculares. Estos síntomas por sí solos aumentan la posibilidad de tener un accidente.
Para mitigar estos riesgos, es importante mantener el habitáculo del coche a una temperatura confortable utilizando el aire acondicionado o la ventilación adecuada. Por otro lado, también es crucial mantenerse hidratado, hacer descansos regulares durante los viajes largos y, si es posible, evitar conducir durante las horas centrales del día, cuando el calor más aprieta.
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Aire acondicionado o climatizador
Para mitigar las altas temperaturas, la inmensa mayoría de los coches disponen de aire acondicionado o climatizador los más modernos. Ambos son sistemas de control de temperatura, pero tienen diferencias clave. El aire acondicionado enfría el aire de manera básica, permitiendo a los ocupantes ajustar manualmente la intensidad y la temperatura. El mayor inconveniente es que no regula automáticamente la temperatura interior.
El climatizador, por su parte, es un sistema más avanzado y automatizado. Permite seleccionar una temperatura específica que se mantiene de forma constante mediante sensores que ajustan electrónicamente la potencia del sistema de enfriamiento. Algunos climatizadores tienen dos zonas independientes (llamados bizona), permitiendo efectuar ajustes específicos tanto para el conductor como para los pasajeros.
Un invento del siglo pasado
A pesar de que el aire acondicionado puede parecer un equipamiento actual, lo cierto es que cuenta con 85 años de antigüedad. El aire acondicionado en los coches tiene una historia que se remonta a la década de los años 30 del siglo XX. En 1939 se lanzaba el primer automóvil con aire acondicionado. Se trató de un modelo de Packard, concretamente el 120. Este sistema fue desarrollado por la empresa Bishop and Babcock de Cleveland, Ohio, en colaboración con la Packard Motor Car Company.
Inicialmente, este sistema de enfriamiento era muy voluminoso y caro. Para su instalación se necesitaba ocupar todo el maletero. Además, carecía de controles para su funcionamiento, únicamente se podía enchufar o desenchufar, por lo que su adopción fue muy limitada.
El aire acondicionado realmente comenzó a ganar popularidad en la década de 1950. En 1953, General Motors lanzó un sistema más compacto y efectivo en sus modelos Cadillac, que incluía controles dentro del vehículo. A partir de ahí, la tecnología se fue refinando y miniaturizando, haciéndose más asequible y común en los vehículos de consumo masivo a lo largo de las siguientes décadas.
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