En la sinfonía urbana, el sonido del claxon se ha convertido en un protagonista habitual. Sin embargo, este dispositivo nació con un propósito muy concreto: alertar en situaciones específicas y bajo normas claras. ¿Está entre ellas avisar de un posible accidente?
Las señales acústicas, incluido el claxon, únicamente pueden emplearse en circunstancias determinadas y reguladas. La razón es sencilla: evitar el exceso de ruido y minimizar molestias innecesarias a otros conductores y peatones.
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El Reglamento General de Circulación (RGC), en su artículo 110, establece que su uso será “excepcionalmente o cuando así lo prevea alguna norma de la legislación sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial”.
En este caso “podrán emplearse señales acústicas de sonido no estridente”. Añade que “las advertencias acústicas sólo se podrán hacer por los conductores de vehículos no prioritarios” en determinadas situaciones:
- Para evitar un posible accidente y, de modo especial, en vías estrechas con muchas curvas.
- Para advertir, fuera de poblado, al conductor de otro vehículo el propósito de adelantarlo.
También se permite usar el claxon en emergencias, durante servicios de urgencia o en carreteras estrechas y curvas, especialmente cuando la visibilidad resulta reducida y es necesario advertir la presencia.
Prohibido su uso inmotivado o exagerado
El artículo 110 del Reglamento General de Circulación establece que está prohibido el uso inmotivado o excesivo del claxon. Esto significa que no se puede emplear para saludar, avisar de que el semáforo se ha puesto en verde ni para recriminar maniobras incorrectas, aunque sean prácticas habituales.
Si un agente detecta un uso indebido, la sanción será económica, sin pérdida de puntos en el carné. La multa asciende a 80 euros por utilizar señales acústicas sin motivo permitido o por ignorar la señal R-310, que prohíbe efectuar señales acústicas en zonas específicas como hospitales.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.
