En el origen de los motores de combustión, su inventor Nicolás Otto los diseñó para que funcionaran con alcohol, un combustible fácil de conseguir y de propiedades ya bien conocidas. Pero la extracción de petróleo a gran escala desde principios del siglo XX abarató considerablemente la gasolina, que se convirtió desde entonces en el principal combustible para la automoción.
Sin embargo, ahora el proceso se revierte. Las consecuencias del calentamiento global, causado en parte por las emisiones producidas en la combustión de hidrocarburos, obligan a la descarbonización y a prescindir de forma urgente de esta tradicional fuente de energía fósil.
En 2003, la directiva europea Renewable Energy Directive exigió a los países miembros su compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo en lo concerniente al transporte.
Para lograrlo, las autoridades invocaron los biocarburantes, capaces de reducir estas nocivas emisiones de forma muy importante al ser mezclados con la gasolina convencional.
Diferencia entre las gasolinas E5 y E10
El etanol o alcohol etílico es un producto derivado de los vegetales y que ya se conoce desde la antigüedad, pues está presente en todas las bebidas alcohólicas fermentadas. Pero sus aplicaciones también han sido sanitarias, como desinfectante, o industriales, sirviendo entre otras funciones de disolvente en procesos químicos.
Ahora, su fórmula concentrada e hidratada también sirve para paliar en buena medida el efecto contaminante de la gasolina. Hoy en día, todas las gasolinas que se comercializan en Europa e incluyen una proporción de este carburante llamado bioetanol (5% en el caso del combustible etiquetado en la gasolinera como E5 y 10% en el caso del E10).
Tradicionalmente, la obtención del bioetanol se se ha realizado a base de vegetales ricos en azúcares, como la remolacha o la caña, y también aprovechando el almidón de los cereales.
Pero recientemente se han desarrollado otros biocarburantes, llamados de segunda generación, más ecológicos porque extraen el alcohol de la celulosa de las plantas (troncos, tallos, ramas) y aprovechan la materia orgánica desechada de la agricultura o de la explotación sostenible de los bosques.
No confundir con el octanaje
Las gasolinas que se pueden encontrar habitualmente en las estaciones de servicio son de los tipos mencionados E5 y E10, según el porcentaje de bioetanol que posean y son compatibles con los diferentes modelos de vehículo según el año de fabricación.
Por lo general, el combustible adecuado para cada uno se refleja en una pegatina situada el interior de la tapa de combustible y solo los anteriores al año 2000 tendrán algún impedimento para utilizar este tipo de gasolinas.
No obstante, no hay que confundir esta nomenclatura con la anterior referida al octanaje, que puede ser de 95 o 98 octanos según su característica antidetonante. El uso de una u otra dependerá de las recomendaciones del fabricante según el tipo de motor y su compresión, un dato que también aparece indicado en la mencionada pegatina.
Además de las gasolinas aditivadas con bioetanol E5 y E10, existe un tercer tipo denominado E85, en el que la mayor parte de su composición es de origen vegetal (85%). Aunque no se suele encontrar en todas en las gasolineras, porque para poder utilizarlo sin que produzca averías es necesario que el motor del coche esté especialmente adaptado.
Por último, apuntar que los motores diésel también utilizan ahora gasóleos mejorados con biocarburante para que sean más ecológicos. Pero en su caso y en lugar de alcoholes, recurren a aceites vegetales de origen igualmente agrícola y sostenible.
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