¿Qué es el combustible verde y por qué se produce en España?

Maersk, la mayor naviera del mundo, construirá en España dos nuevas plantas para crear combustible verde. Pero, ¿qué es el biocombustible?

Gasolina

No es nada nuevo, porque Nikolaus Otto, el inventor del motor de explosión, ya contaba con hacer funcionar su invento mediante el etanol obtenido de la madera. Rudolf Diésel, por su parte, ideó la mecánica que lleva su nombre pensando en que productos como el aceite de cacahuete servirían como combustible.

Y el primer coche popular fabricado en serie, el histórico Ford T, también podía funcionar con bioetanol de origen vegetal. 

Ahora, la naviera danesa Maersk liderará un proyecto en España para producir metanol verde para su flota, a través de una inversión que el Gobierno español cifra en 10.000 millones de euros hasta 2030 y permitirá al gigante del transporte marítimo contribuir a la descarbonización del sector, según informa Efe.

De esos 10.000 millones, alrededor del 40 % se destinará a la producción de hidrógeno y metanol verde –biocombustible derivado hidrógeno renovable–, mientras que el resto se invertirá en la producción de la energía renovable necesaria para la producción, que la compañía quiere que se genere en parques solares y eólicos propios.

Biocombustibles o combustible verde

Los biocombustibles (o combustibles verdes) son una de las salidas para eliminar emisiones contaminantes y, de paso, salvar los motores de combustión. Pero ¿qué son y qué ventajas aportan?

Hay que separar a los biocarburantes convencionales de los avanzados, más modernos y también llamados ecocombustibles. Los primeros son el bioetanol, que se añade en diversas proporciones a la gasolina derivada del petróleo, y el biogasóleo, que puede sustituir al gasóleo convencional en los motores diésel.  

El primero se extrae por fermentación del azúcar contenido en diversas plantas (caña o remolacha, por ejemplo) o del almidón contenido en los cereales (trigo, maíz), mientras que el biogasóleo se obtiene por otro proceso químico de otros vegetales de tipo oleoso (colza, girasol, soja, palma). 

Sin embargo, estos aditivos o sustitutos de los combustibles derivados del petróleo plantean importantes problemas de sostenibilidad, porque solo pueden producirse en una cantidad limitada al detraerse de los recursos alimentarios. En 2015, la Unión Europea fijó en un máximo del 7% la proporción en que pueden complementar a los combustibles convencionales.  

De segunda generación 

Es aquí donde entran en juego los biocombustibles avanzados o también llamados ecocombustibles, con la diferencia de que no perjudican a la cadena alimentaria. Se fabrican con residuos agrícolas, deshechos de explotaciones forestales o de algunos cultivos herbáceos específicos como el miscanto.

Además, tienen la ventaja de que también se pueden obtener reciclando otros productos de deshecho, como residuos urbanos, plásticos o aceite usado. 

Los ecocombustibles aventajan a los biocarburantes convencionales en que su materia prima es más abundante y no plantea restricciones, al tratarse de excedentes vegetales no comestibles. El coste es bastante menor y que aportan un balance medioambiental más positivo.  

Los biocombustibles avanzados o ecocombustibles también se dividen en los mismo dos grupos principales, el bioetanol y el biogasóleo, pero en este caso distinguidos con el apellido ‘de segunda generación’. Al igual que en el caso del convencional, el primero es un alcohol que se añade a la gasolina derivada del petróleo para reducir su impacto medioambiental.

El biogasóleo, por su parte, sirve para suministrar un combustible de origen vegetal a los motores diésel. Y a los dos anteriores habría que sumar también el bioqueroseno, también obtenido por similares y avanzados procedimientos industriales, pero como combustible de elevado octanaje destinado a los motores de aviación. 

Aptos para todos los vehículos 

Según los datos de la Agrupación Española de Vendedores al por Menor de Carburantes y Combustibles (Aevecar), este tipo de carburantes líquidos no fósiles reducen hasta 800.000 toneladas al año las emisiones de CO2 por cada 1% de ecocombustible que se añada a los carburantes convencionales obtenidos del petróleo. 

Y la reducción se aplica tanto a los vehículos nuevos como antiguos, incluyendo coches, motos, camiones y autobuses. De hecho, los carburantes habituales ya contienen en su composición genérica un 10% de ecocombustibles, lo que reduce en conjunto y de forma importante su impacto contaminante en la atmósfera. 

Neutros o bajos en emisiones de CO2, los combustibles líquidos de última generación posibilitan seguir utilizando los vehículos con motor de combustión, reduciendo el impacto de las energías fósiles.

Los biocarburantes ayudarían así a seguir utilizando los vehículos actuales para recorrer de una forma más limpia la transición hacia las energías renovables y a la espera de que se  la electrificación del transporte termine de desarrollarse y se haga accesible para la mayoría de los usuarios.

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