Qué es el AdBlue y por qué lo necesitan los coches diésel

Los motores de gasóleo modernos contaminan muy poco gracias al catalizador, que descompone los óxidos de nitrógeno mediante un producto fabricado a base de urea.

Adblue
Boca de llenado de AdBlue junto a la del combustible diésel.

Para cumplir con la norma de emisiones Euro 6 que entró en vigor en 2014, los turismos con motor diésel fueron equipados en su tubo de escape con un catalizador del tipo SCR (Selective Catalytic Reduction). Se trata de un dispositivo que reduce drásticamente los gases contaminantes producidos por la combustión del gasóleo, en particular los óxidos de nitrógeno (NOx).

Para conseguir neutralizar este gas nocivo para el medio ambiente antes de que se expulse por el escape, el catalizador SCR lo descompone en otros gases inocuos para el medio ambiente: nitrógeno (N) y vapor de agua (H2O).

El proceso, sin embargo, necesita del concurso del AdBlue, que es un líquido compuesto por agua destilada y urea que se inyecta en el catalizador. En él, por efecto del calor desprendido por los gases del escape, se transforma en amoniaco (NH3). Este es el elemento catalizador necesario para descomponer mediante una reacción química los dañinos óxidos de nitrógeno (NOx) en sustancias inofensivas para el medio ambiente (N y H2O).

Cuándo hay que reponerlo

En Europa, todos los turismos diésel matriculados a partir de 2015 cumplen la normativa Euro 6 y disponen de un catalizador SCR que utiliza AdBlue para cumplir con su función. Para ello disponen de un depósito específico que se rellena por una boca situada al lado de la toma del depósito de gasolina y cuya capacidad depende del modelo de coche, por lo general entre 10 y 15 litros.

Al igual que ocurre con el combustible, el AdBlue se va consumiendo a lo largo de los kilómetros y tiene una autonomía determinada, aunque muy variable dependiendo del modelo de coche. Hay algunos que llevan lo suficiente para hacer 5.000 kilómetros y otros que, con un depósito de AdBlue, llegan a superar los 20.000.

En muchas ocasiones es el mecánico quien rellena el depósito de Adblue en las revisiones periódicas del vehículo, pero el conductor también debe estar pendiente de disponer de suficiente producto sin agotarlo. Y para evitarlo, los coches que lo necesitan disponen de un testigo en el cuadro de mandos que avisa cuando su nivel es bajo y se necesita reponerlo.

Pese a que el aviso de repostar AdBlue se activa con mucha antelación, puede ocurrir que el conductor se olvide de hacerlo por descuido, en cuyo caso el coche no arrancará y tendrá que visitar el taller para revisar el sistema.

También puede suceder que, con tiempo muy frio, el AdBlue del depósito se congele y no llegue al catalizador. En ese caso y para no provocar una avería por fallo del sistema es mejor esperar unos minutos con el motor al ralentí hasta que el producto se caliente vuelva a ser fluido para actuar con normalidad.

El AdBlue se expende en unos surtidores especiales en las gasolineras, pero también se puede encontrar envasado en garrafas (5, 10 o 20 litros) en la propia tienda de la estación de servicio, en talleres y en las tiendas especializadas del sector del automóvil.

En cuanto a su precio, la fabricación de AdBlue ha registrado en paralelo a los combustibles una considerable subida. Y, de los 40 céntimos por litro que costaba en otoño del año pasado, en los inicios de 2022 ha llegado a rebasar el euro por litro.

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