Hace ya algún tiempo, cuando se pusieron en marcha los blogs del AS, empecé escribiendo uno que creo recordar se llamaba ‘Final de recta’. Trataba, como es fácil adivinar, sobre el mundo de la competición del motor, la misma temática que me ocupa cada una de las jornadas en esta Redacción. Por eso quise darle un giro al enfoque pasados unos meses de su lanzamiento y lancé este espacio al que ahora tengo el privilegio de que le estés dedicando unos minutos… Mil gracias por ello. Quería centrarme en asuntos más cercanos, en experiencias propias o ajenas pero con las que tantos nos identificamos, en la realidad con la que nos encontramos cuando nos ponemos al volante de un coche o el manillar de una moto, en viajes, en inquietudes… Y también me apetecía mucho hablar de personas, de gente con la que me voy encontrando y que me deseaba presentaros por su excepcionalidad, por su talante y talento, por tantas cualidades que atraen mi interés y admiración.
Así nació esta todavía corta serie de ‘Mis personajes favoritos’ que hoy protagoniza alguien muy especial para mí. No nos conocemos desde hace demasiado tiempo y tampoco nuestra relación es lo intensa que nos gustaría por el distanciamiento geográfico, pero os puedo asegurar que Víctor Muntané es una de esas personas que no dejan indiferentes por una calidad humana fuera de lo común. Víctor es un español nacido en Nueva York y su vida ha estado consagrada al deporte, la aventura, sus proyectos empresariales y su familia, aunque obviamente con una prioridad que no se refleja en este orden. Como deportista atesora logros como ser campeón universitario de judo, el primer saltador de esquí náutico con los pies desnudos, preolímpico de vela en la clase Start o ganador de la edición 1987 del Camel Trophy que se celebró en Madagascar, entre algunos otros.
Un portento en lo físico pero no menos en lo personal, lo que le permite tener repartidos por el mundo entero cientos de amigos que sólo tienen palabras de respeto y cariño hacia Muntané. Y ello es posible porque los viajes son otra de sus grandes pasiones y en la que más tiempo he compartido personalmente con él. Su actividad profesional actual se centra en la representación para España y los países de habla hispana de EagleRider, la mayor empresa alquiladora de motos del mundo (tienen un parque de más de 4.000 unidades). De este modo, organiza y ejerce como guía de maravillosas rutas por Estados Unidos, desde la legendaria 66 (es autor de una magnífica guía sobre este viaje épico) a la costa californiana pasando por los parques naturales del país o los cayos de Florida. Conoce como pocos las carreteras estadounidenses, lejos de los trayectos habituales y siendo capaz de acercar a quienes le acompañan parajes que difícilmente descubrirían de otro modo.
Aunque ya digo que ante todo es un gran tipo, con una estatura que es el envase ideal para ese pedazo de corazón que le convierte en alguien tan especial. De paciencia infinita con sus viajeros (lo que no siempre es fácil, puedo dar fe de ello), jamás tiene un mal gesto y siempre una sonrisa, manteniendo la serenidad ante cualquier tipo de complicación, lo que transmite una valiosa tranquilidad a sus acompañantes. Además, su doble nacionalidad le facilita resolver imprevistos como ciudadano de Estados Unidos, lo que también es una ventaja para su trabajo con grupos de turistas.
Si a ese talante sumamos una experiencia de más de veinte años viajando por todo el mundo (incluyendo meses enteros cada temporada en Estados Unidos) es fácil adivinar que nos encontramos ante un compañero de ruta y guía diría que ideal. Así lo saben y valoran en EagleRider, como demuestra que hayan depositado en este barcelonés de Nueva York la confianza de un mercado tan importante como el de los países hispanos, tarea que desempeña con éxito incluso en tiempos convulsos en lo económico como los que no está tocando sufrir.
Estaba pensando, llegados a este punto, que en realidad mis palabras siquiera son una somera aproximación al carácter de una persona tan excepcional. Para conocer sus virtudes lo mejor es viajar a su lado, disfrutar de su compañía en la carretera, donde él se encuentra en su medio natural y pone a nuestra disposición, con una generosidad encomiable, tanta experiencia y amabilidad. Os puedo asegurar que si en alguna ocasión tenéis la oportunidad de hacer ruta junto a Víctor entendéis mucho mejor lo que ahora soy incapaz de transmitir con fidelidad. Así ya lo han hecho los cientos de viajeros, hoy sus amigos, a lo largo de los últimos años y durante miles de kilómetros.
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