SUV por fuera y GTi en sus andares. El nuevo BMW X2, el último todoterreno de BMW, es el modelo campero de tamaño compacto que ofrece el comportamiento más dinámico. Supera la estabilidad y agilidad de movimientos que aportan los Range Rover Evoque, Mercedes GLA y DS7 Crossback, entre otros modelos que definen su competencia, y es de esos coches que transmiten una chispa especial al volante. Las primeras unidades se entregarán en marzo con tarifas a partir de 35.050 euros, 1.950 más que un X1 equivalente.
El BMW X2 está disponible en tres variantes que modifican sus aptitudes deportivas: básica, M y M X. Las dos últimas, por ejemplo, equipan suspensión rebajada en 10 milímetros, y el M X, además, suma ajustes adicionales (en dirección, ruedas, barras estabilizadoras…) que refuerzan su eficacia en carretera.
Se ha podido probar una unidad de este M X, con motor 2.0d de 190 CV, cambio automático de ocho marchas, tracción 4×4 y grandes llantas de 19 pulgadas. Y sus andares dejan atrás a otros SUV, se equiparan a los de un buen turismo e, incluso, rondan las capacidades de los GTi. Solo el Mini Countryman puede rivalizar. Sorprende en especial su rapidez de dirección, ausencia de balanceo en curva y neutralidad de reacciones, porque incluso forzando los apoyos apenas tiene tendencia a subvirar (deslizar de delante).
La pega, que también la hay, aparece en forma de una suspensión firme y de recorridos cortos que reduce el confort y puede llegar a cansar antes de lo debido en trayectos medios y largos. Es el precio a pagar por su inmediatez de respuesta y combinación casi única de aplomo y viveza. Hay modelos que van sobre raíles y en los que el conductor no tiene mucho margen, a través del volante y los pedales, para modificar su trayectoria y, por ejemplo, colocarlo a la entrada de un viraje; y otros que, al contrario, transmiten cierto nerviosismo y pueden exigir constante atención y correcciones. Pero muy pocos consiguen ser tan ágiles y ofrecer al mismo tiempo una pisada tan sólida.
Como se mencionaba, los BMW X2 M X incluyen suspensión rebajada y barras estabilizadoras más gruesas, que aumentan el agarre y reducen el bamboleo de carrocería; añaden una dirección más rápida y, asimismo, mayor ángulo de caída en las ruedas delanteras, lo que hace que el modelo obedezca con mayor instantaneidad a los giros que se indican desde el volante y se sujete más una vez se está tomando la curva.
Un nuevo idioma para BMW
Pero el BMW X2 no es solo dinamismo, sino también diseño. De hecho, estrena un lenguaje estético más contundente que el fabricante aplicará en sus próximos modelos.
La revolución estética que inició Mercedes hace unos años llega ahora a su rival de Múnich, y el BMW X2 es el icono del giro que afronta el fabricante alemán de rostro más inmovilista. El cambio no alcanza el rupturismo de la marca de la estrella, pero supone una evolución profunda basada en dos grandes ejes: uno es el frontal, que recoge elementos más contundentes (faros, parrilla y tomas de aire) y aporta una mayor presencia; el otro es la arquitectura, más maciza para ganar en empaque.
La evolución se confirmará en los nuevos BMW X7 (SUV grande), BMW Z4 (descapotable biplaza) y BMW Serie 8 (cupé Gran Turismo), que saldrán este año y terminarán de definir el próximo ADN de la firma.
A diferencia de sus hermanos los X4 y X6, variantes con traje deportivo de los X3 y X5, el BMW X2 no tiene silueta de cupé y muestra rasgos más sólidos que afilados, aunque con aires dinámicos.
Prescindir de la caída posterior del techo y añadir volumen a la carrocería beneficia la habitabilidad. Y aunque es ocho centímetros más corto que el X1 y también más bajo, ofrece casi el mismo espacio y maletero (470 litros frente a 505). Un adulto de 1,87 metros no roza atrás en el techo y tiene espacio para las piernas aunque delante vaya sentado otro igual de alto. El salpicadero, en cambio, no presenta diferencias frente al de su pariente familiar y refleja el siguiente desafío pendiente de la firma: el diseño de los interiores.
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