El Ferrari GTC4 Lusso es la propuesta más versátil del catálogo del fabricante italiano, entre otras cosas porque es la única que ofrece cuatro plazas y un maletero de 450 litros. Unas características que le permiten cumplir, incluso, como vehículo familiar. Pero también es un Ferrari y, como todos los automóviles de la casa, rinde culto a la deportividad, el rendimiento y las sensaciones al volante.
Esta mezcla de conceptos, que disfruta de cierta tradición en otras marcas, resulta atípica en la firma del cavallino rampante. Hasta ahora, el Ferrari más funcional se ofrecía con una sola versión: motor V12 de 690 CV y tracción 4×4. Pero la marca ha decidido lanzar una nueva variante V8 biturbo de 610 CV que, a pesar de perder 80 CV y de llevar propulsión trasera en vez de transmisión integral, convence más que la superior de doce cilindros. Y es que el cambio de configuración mecánica reduce el peso, potencia la agilidad y aumenta, en definitiva, el disfrute a los mandos.
Pero no es la única ventaja, porque el consumo oficial baja drásticamente, la autonomía teórica crece un 30% y el coche refuerza así su utilidad general. Y el precio, aunque sea siempre un factor secundario en un Ferrari, baja cerca de 40.000 euros: de los 302.508 euros del V12 a los 263.432 euros del V8, que se denomina comercialmente Ferrari GTC4 Lusso T.
MÁS DEPORTIVO
Con una longitud de casi cinco metros y una anchura de dos, el Ferrari GTC4 Lusso es un coche grande, al estilo de un Porsche Panamera. Pero se mueve con gran agilidad para sus dimensiones. La versión V12 pesa 1.920 kilos (sin conductor), mientras que la nueva V8 se queda en 1.870. No parece un gran cambio sobre el papel, pero sí en cuanto se conduce.
Para empezar, y a pesar de la merma de caballos, corre casi igual, porque su motor biturbo aporta una respuesta más llena. Una de las claves está en su par o fuerza de empuje, que asciende a 760 Nm y, además, se mantiene constante entre 3.000 y 5.250 revoluciones (695 Nm a 5.750 vueltas el V12).
El propulsor es el mismo del descapotable California T, pero con cambios importantes como que los colectores de escape ganan nada menos que siete centímetros de diámetro con el objetivo de que el motor respire mejor y otorgue un empuje más contundente. Y vaya si se consigue.
De hecho, basta acelerar, incluso con timidez, para que el resto de vehículos se conviertan en un punto en el espejo retrovisor. Hace el 0 a 100 km/h en 3,5 segundos, el 0 a 200 en 10,8 y sigue corriendo hasta llegar a los 320 km/h. Y los discos carbocerámicos paran de 100 a 0 en 33 metros. Puede dejar pequeñas hasta las autopistas alemanas sin limitación de velocidad.
El paso de la tracción 4×4 a la propulsión trasera quita peso, pero sobre todo lo elimina del frontal del coche, mejorando sensiblemente la agilidad de entrada en curva, uno de los aspectos menos logrados del Lusso V12. Ahora, solo el 48% de la masa total recae sobre las ruedas anteriores (52% en el doce cilindros), y el coche se inscribe en los virajes a la mínima insinuación con el volante. Incluso se puede hacer drifting.
La dirección a las cuatro ruedas, capaz de ajustar al instante el giro de las posteriores según las necesidades, afina todavía más el comportamiento: a baja velocidad viran en sentido contrario a las delanteras para que el coche maniobre en menos espacio y, a partir de 80 km/h, la electrónica decide si tuercen en la misma dirección para potenciar la estabilidad (como un esquiador clavando los cantos de sus tablas) o en la otra para incrementar la agilidad (para redondear una curva cerrada).
El despliegue se completa con neumáticos anchos y pegajosos, suspensiones electrónicas que sujetan con firmeza pero consiguen filtrar al mismo tiempo los baches con suavidad, y una dirección muy rápida, aunque con un tacto algo artificial, que pone la guinda y permite dibujar las trazadas con limpieza.
MÁS FAMILIAR
Es difícil de imaginar, pero el Ferrari GTC4 Lusso es bastante más cómodo y práctico de lo que podría pensarse en un principio a tenor de su imagen. A pesar de tener solo dos puertas laterales, el acceso a las plazas traseras es más que aceptable. Una vez sentado, el espacio disponible atrás se revela como correcto, hasta el punto de que un adulto de 1,80 metros de estatura puede sentarse detrás de un conductor de la misma talla.
Y el maletero cubica 450 litros, por lo que puede albergar el equipaje de cuatro personas, aunque sus formas no son muy aprovechables (hay un gran escalón en mitad de la zona de carga) y obligan a colocar los bultos con precisión para sacarle el mayor partido posible.
La mecánica también sorprende, porque en el modo confort (se selecciona con el mando circular o manettino del volante) trata a los pasajeros con dulzura, brindando, por ejemplo, una sonoridad muy contenida que solo se vuelve brusca al acelerar a fondo. Y las suspensiones no son secas, ni siquiera en el programa Sport o deportivo, aunque sí enérgicas.
La cabina está bien acabada, y el Ferrari GTC4 Lusso reúne cuero de máxima calidad, un nuevo volante más fácil de utilizar, buen número de huecos para objetos y hasta un nuevo equipo multimedia con pantalla táctil de 10,2 pulgadas, Bluetooth, USB y compatibilidad con smartphones.
Atrás quedaron los tiempos en que los Ferrari lucían interiores arcaicos, con botones heredados de los Fiat más económicos. Ahora se respira tecnología y buen gusto. Sin embargo, siguen resultando cuando menos extraños los intermitentes por botón en el volante, en vez de la clásica palanca en la columna de dirección, que quedan muy originales pero presentan un accionamiento poco ergonómico.
Pero, salvando estos detalles, todo convence, incluso el consumo, que baja cuatro litros respecto al de la variante V12 y hace posible afrontar viajes con una autonomía razonable: el gasto medio oficial cae desde los 15,3 litros del V12 a los 11,6 del V8, lo que, en teoría, permitiría recorrer 775 kilómetros con los 90 litros del depósito.
El Ferrari GTC4 Lusso es un Ferrari atípico y, quizá por ello, sea uno de los modelos más especiales del fabricante.
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