Toyota Prius: más eficiente y con más calidad

Nunca he sido un incondicional del Toyota Prius (ni de los híbridos en general). Tengo que empezar reconociéndolo para situar en el contexto adecuado el enorme valor que le concedo a la actualización que los ingenieros japoneses han completado con esta cuarta generación de un modelo icónico para muchos. Hasta ahora, mi impresión era que tanto esfuerzo y despliegue tecnológico no aportaba una mejora significativa en términos de consumo respecto a un buen motor de combustión convencional.

Una percepción que, para mí, ha variado de forma radical con el recién llegado. Es menos potente que el anterior, algo que podría parecer un contrasentido en términos de pura evolución del producto pero que, sin embargo, tiene toda la lógica porque lo que se ha buscado es la máxima eficiencia. Y se ha conseguido. El Toyota Prius sí que es ahora un coche más ahorrador en cualquier situación y muy aconsejable como vehículo urbano, un escenario en el que saca a relucir lo mejor de su filosofía. Combina, como siempre, un propulsor de gasolina con otro eléctrico, alimentado por una batería que se recarga con la energía cinética que se genera mientras conducimos. La transmisión sigue confiada a un cambio automático CVT, que sin ser un prodigio de suavidad y bajo nivel sonoro sí que ha mejorado respecto a la anterior.

Con los avances que aportan tanto el motor de gasolina como el eléctrico es difícil conseguir que el Prius gaste más de siete litros por cada cien kilómetros recorridos y muy fácil obtener promedios por debajo de los cinco litros, que descienden a la barrera de los cuatro en tráfico urbano. Por tanto, son todos valores muy satisfactorios aunque lo que sigue sin convencer es la baja utilización en modo completamente eléctrico que tolera este híbrido: a la más mínima solicitud al acelerador arranca el otro motor y tampoco la distancia que se puede recorrer va más allá de un par de kilómetros.

Por lo demás, el nuevo modelo de Toyota Prius mide 4,5 metros y tiene un diseño muy elaborado aerodinámicamente. Una evolución aplicable del mismo modo al habitáculo, con un enfoque familiar (el maletero es estupendo, supera los 500 litros que son 60 más que su predecesor) y un equipamiento más completo, acorde con el posicionamiento tecnológico de un automóvil como éste y también con el que la marca le quiere otorgar. La única versión disponible roza los 30.000 euros y por eso la dotación se ha completado con detalles como el detector de ángulo muerto, el control de crucero adaptativo o el reconocimiento de señales de tráfico. También es especialmente interesante la plataforma, ubicada entre los dos asientos delanteros, que permite la carga de móviles por inducción. Eso sí, para utilizarla hay que tener un dispositivo compatible con esta tecnología.

Está acabado al estilo japonés, es decir, de forma satisfactoria aunque en este caso el nuevo Toyota Prius presenta algunos detalles que se antojan poco acertados. Es el caso de la consola central realizada en un plástico en color blanco que desentona con el conjunto y puede envejecer peor de lo deseable.

Además, Toyota pretende reposicionar el Prius en el mercado español, acercándolo a un público algo más elitista o exclusivo. En esa aspiración no encajaba demasiado la masificación que le reportó convertirse en el coche de los taxistas en muchas grandes ciudades, por lo que la marca ha decidido no homologar esta cuarta generación como vehículo de transporte público, renunciando a sus ventas. Para ello deja el ya conocido Prius+, de mejor habitabilidad y con menos exquisiteces tecnológicas.