La segunda generación del Audi R8 llegó con las necesarias y demandadas mejoras sobre el modelo original, por eso no sorprende que el R8 Spyder mantenga ese espíritu y también consiga superar a su predecesor.
Presentado en el Salón del Automóvil de Nueva York como una de las pocas apuestas deportivas europeas del evento, sigue la línea habitual en estas variantes cabrio. Estéticamente es idéntico a su hermano coupé salvo, lógicamente, el techo. Como es costumbre, Audi ha optado por una capota de lona retráctil, que se abre o cierra en 20 segundos y a velocidades de hasta 50 km/h. El sistema está fabricado con materiales ligeros (fibra de carbono y aluminio) y pesa 44 kg.
Esta es una de las principales consecuencias de perder el techo: que hay que ganar peso, tanto en el sistema de la capota, como en los refuerzos que recibe el chasis para mantener su rigidez torsional. En total, el R8 Spyder pesa 1.612 kg, lo que es más que el coupé, pero también 113 kg menos que la anterior generación.
La versión presentada es la básica y de momento no se sabe si llegará la ‘Plus’. Aunque hay que aclarar que por “básico” entendemos un modelo con motor 5.2 V10 FSI que entrega 540 CV y 540 Nm de par. El bloque se combina con una caja de cambios automática S-Tronic de siete marchas y, como no, manda toda la fuerza a las cuatro ruedas gracias a la tracción quattro.
El resultado es que acelera de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos (una décima más lento que el R8 normal), a 200 en 11,8 y alcanza los 318 km/h de velocidad máxima. ¿A quién le puede importar que consuma casi 12 litros a los 100 km?
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