A mediados de los años cincuenta, ser cartero en la extinta Unión Soviética no debía de ser nada fácil. Cuarenta años después de la caída del zar, la infraestructura no estaba precisamente repleta autopistas de seis carriles. ¿Cómo se cruzaban entonces las hectáreas llenas de nieve de la ruta postal?
Entre otros artefactos, se usaba el Kamov Sever-2, que contaba con una carrocería de GAZ M20 Pobeda con esquís y un motor de avión Ivchenko AI-14 anclado al chasis.
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El ‘coche de nieve’ soviético
El Sever-2 fue diseñado por el ingeniero de helicópteros Nikolai Ilyich Kamov de acuerdo con los estrictos requisitos establecidos por el Ministerio de Comunicaciones soviético.
En 1957, Kamov recibió el encargo de construir un nuevo vehículo para el correo. En enero del año siguiente, se aprobó el diseño, basado en la ingeniería de Igor Sikorsky, el ingeniero creador del primer helicóptero fabricado en cadena.
Durante las pruebas del prototipo se introdujeron otros cambios, entre ellos un revestimiento de teflón en los esquís para evitar que la nieve se pegara. El vehículo definitivo se puso en marcha en noviembre de 1959. Casi inmediatamente, los usuarios empezaron a informar de múltiples problemas.
No muy refinado
Las tripulaciones del Sever descubrieron poco a poco que, incluso con todas las mejoras añadidas desde las primeras pruebas, el nuevo aerodeslizador no era plenamente satisfactorio.
Las limitaciones de su sistema de calefacción, combinadas con la cantidad limitada de aislamiento, obligaban a las tripulaciones a viajar con ropa pesada, lo que resultaba incómodo dado el pequeño tamaño de la cabina.
Además, el sistema de suspensión del Sever, que era muy similar, si no idéntico, al del Pobeda, no era lo suficientemente resistente dadas las pesadas cargas de correo y la aspereza del terreno. Se calculó que las tensiones soportadas por la estructura y el sistema de suspensión del aerodeslizador eran cinco veces superiores a las soportadas por un Pobeda típico. En cualquier caso, solo se construyeron 100 unidades del Sever-2, insuficientes a todas luces dado el tamaño del territorio que debían atender.
Estos problemas hicieron que en 1962 Kamov ya hubiera diseñado un sucesor: el KA-30, un vehículo de 11 plazas construido específicamente para aquellos duros menesteres y que carecía de los compromisos de un chasis de automóvil prestado.
Pero aunque el KA-30 era funcionalmente superior al Sever-2, nunca llegó a tener el mismo aspecto que el GAZ original.
De la centena de Sever-2 no está claro cuántos existen a día de hoy: estaban destinados al desguace cuando se introdujo el KA-30, pero al menos uno sigue en un museo de Moscú. No solo se puede apreciar lo bonito que es su diseño, si no que también se puede percibir lo duro que debió de ser repartir correo en la URSS de los años cincuenta.
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Periodista especializado en motor desde hace más de 20 años, ha trabajado en diferentes gabinetes de prensa (Federación Española de Automovilismo o Circuito del Jarama) y medios especializados (Motor 16, Marca Motor o Auto Bild). Apasionado de coches, motos y, ahora también, de los cacharros con alas.