En 1989, un contratista de Long Island tomó una decisión que cambiaría su vida financiera para siempre, aunque él aún no lo sabía. Participó en una subasta a ciegas —una de esas donde se puja por el contenido de contenedores abandonados sin saber qué hay bajo el polvo— y pagó apenas 100 dólares (unos 125 euros al cambio actual) por el depósito de un container cuya renta no se había pagado en más de una década.
Al abrir el cierre metálico, el hombre y su hermano se toparon con un bulto extraño cubierto por mantas viejas. Al retirarlas, apareció un deportivo blanco con un diseño radicalmente anguloso. No tenía ruedas traseras, sino unas extrañas aletas laterales. Lo que habían comprado por el precio de una cena familiar era, en realidad, una de las piezas de ingeniería cinematográfica más icónicas de todos los tiempos: el Lotus Esprit “Wet Nellie” de la película de James Bond “La espía que me amó” del año 1977.
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El tesoro de Hollywood
Durante el rodaje del filme protagonizado por Roger Moore, se utilizaron ocho unidades del Lotus Esprit. Sin embargo, solo una de ellas era un submarino totalmente funcional (aunque sin cabina presurizada). Tras finalizar la promoción de la película en los años 70, el vehículo fue puesto en un almacén de Nueva York con el alquiler pagado por diez años. Al finalizar el contrato, nadie reclamó el coche. Simplemente, el estudio se olvidó de él.
“Los compradores no tenían ni idea de lo que era”, explicó Doug Redenius, cofundador de la Ian Fleming Foundation, quien autentificó el vehículo años después. “Ellos nunca habían visto una película de James Bond. Pensaron que era un coche genial con un diseño raro”.
De la gran pantalla al garaje de Tesla
La suerte del contratista alcanzó su punto álgido en 2013. Tras conservar el coche durante 24 años, decidió sacarlo a subasta en la prestigiosa casa RM Sotheby’s en Londres. Fue allí donde un comprador anónimo hizo una oferta telefónica que dejó a todos boquiabiertos: 997.000 dólares (casi un millón de euros).
Poco después se reveló la identidad del comprador: Elon Musk. El presidente ejecutivo de Tesla confesó que, de niño, ver a Roger Moore apretar un botón para que su Lotus se convirtiera en submarino fue “increíble”. Sin embargo, el magnate admitió con humor una pequeña decepción tras la compra: “Me decepcionó saber que en realidad no puede transformarse. Lo que quiero hacer es actualizarlo con un motor eléctrico de Tesla e intentar que se transforme de verdad”.
Un legado que vive en la Cybertruck
La influencia de este Lotus de 125 euros no se quedó solo en la colección privada de Musk. El diseño de bordes afilados, superficies planas y estética futurista del “Wet Nellie” fue la inspiración directa para el Tesla Cybertruck. Aquel coche que fue abandonado en un contenedor por descuido terminó definiendo las líneas de uno de los vehículos más controvertidos y tecnológicos de la actualidad.
Hoy, la historia de este Lotus Esprit sigue siendo el “santo grial” de los cazadores de tesoros: la prueba viviente de que, a veces, la fortuna aguarda detrás de una puerta oxidada y bajo una manta llena de polvo.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.
