El dinero puede que no dé la felicidad, pero el poder por supuesto que sí. Que se lo pregunten a Michael Fux: el exitoso empresario estadounidense es un loco de los coches en general y de los McLaren en particular, y con la marca británica tiene una relación tan estrecha que se puede permitir hasta ciertas licencias. Por ejemplo, elegir un tono de pintura único y luego asegurarse que ningún otro McLaren que no sea suyo lo pueda utilizar.
El color elegido ha sido un nada discreto tono fucsia con el que Fux tiene un idilio: ya lo empleó en su Rolls-Royce Dawn y el fabricante se lo envió a McLaren después para que pudiera pintar a juego su 720S. Gustos a un lado, lo cierto es que al deportivo británico le quedan bien estos tonos tan estridentes, y la combinación con el negro de techo y llantas no desentona.
Y el color no solo está presente fuera, también en el habitáculo. El principal protagonista es el cuero blanco que tapiza todo el interior, desde los asientos al volante, pasando por las puertas o el salpicadero, pero el fucsia encuentra su hueco en detalles como la parte inferior del volante o el retrovisor.
Esta unidad única ha sido obra de McLaren Special Operations, la división de personalización de la marca, que accedió al encargo y a la reserva exclusiva del color porque Fux es uno de sus clientes más fieles: ya tiene en su colección un 12C Coupé, un 12C Spider y hasta la joya de la corona, el McLaren P1.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.