Hamilton consigue la pole entre los clásicos de la Fórmula 1

Un monoplaza utilizado por el campeón británico alcanza la cifra más altas entre las pujas de estas piezas tan codiciadas como especiales.

McLaren

Foto: Bonhams/Cars

La fama de Lewis Hamilton logró colocar un monoplaza de Mercedes en el podio de los clásicos modernos de la Fórmula 1 hasta ahora reservado para tres Ferrari conducidos por Michael Schumacher.

El monoplaza que el siete veces campeón del mundo condujo en 14 de las 19 carreras de 2013 se subastó a finales del año pasado en Las Vegas por 18,8 millones de dólares, logrando el segundo puesto como el vehículo más cotizado en la temporada de subastas 2023/24 recogidas por la reciente edición del Classic Car Auction Yearbook, la referencia del mercado de coleccionistas de todas las épocas.

Desde su primera edición tras el periodo 1993-94, este catálogo registra todas las ventas en subastas en ambos lados del Atlántico, analiza la evolución del mercado y clasifica los coches que alcanzan los precios más altos. Hasta ahora, los modelos de F1 contemporáneos (construidos a partir de 2000) más cotizados fueron tres modelos de la etapa Schumacher en Ferrari.

Hace 20 años se subastó por 1,7 millones de dólares el coche con el que el piloto alemán ganó las últimas cuatro carreras de la temporada 2000 y aseguró el campeonato mundial para la marca italiana tras 21 años de sequía. Poco después, se vendió por 3,2 millones un F2004 que la Scuderia utilizó con fines promocionales y que estaba en perfecto estado de conservación.

Ya en 2019 y 2022 salieron al mercado otros dos bólidos utilizados por Schumacher. El primero fue un F2002 con el que el piloto logró la victoria en los grandes premios de San Marino, Austria y Francia; y contribuyó a asegurar el quinto campeonato mundial. Se vendió por 6,6 millones de dólares.

El segundo, fue un 2003-GA F1, bautizado con las iniciales en honor al fallecido jefe de Fiat, Gianni Agnelli. El chasis 229 es, con diferencia, el más exitoso de los seis F2003-GA que se construyeron y es uno de los cuatro únicos chasis de la era Schumacher con cinco victorias o más en una temporada que se cerró con otra conquista del campeonato mundial. El martillo por este ejemplar se bajó por casi 15 millones de dólares.

El Mercedes-AMG Petronas de 2013 adquirido el año pasado nada tiene que envidiar en pedigrí a sus rivales italianos. El chasis F1W04-04 es muy especial tanto para la historia de la escudería alemana como para el piloto británico. Fue utilizado por Hamilton en la temporada en la que acabó cuarto en el campeonato de conductores con cinco poles y cinco podios, cuatro conseguidos con este coche, incluyendo el triunfo en Hungría y los terceros puestos en Malasia, China y Bélgica. Además, el monoplaza es, hasta ahora, el único sacado a subasta directamente por el fabricante.

La puja por el monoplaza de Hamilton refuerza una tendencia que se está acentuando en el mercado de los clásicos: la de adquirir chasis de F1 contemporáneos. Sólo en la pasada temporada, se subastaron, entre otros, un Force India de 2010 que condujo Adrian Sutil y dos McLaren de 2006: uno pilotado hasta en ocho ocasiones por Kimi Raikkonen; y otro utilizado tanto para pruebas por Hamilton como en carrera por Juan Pablo Montoya.

También es destacable la venta del primer bólido de Toyota en F1 en 2002, logrando dos sextas posiciones con Mika Salo a sus mandos. Desde los poco más de 100.000 dólares del Force India hasta superar el millón los de la escudería británica, la franja permite acceder al coleccionismo de estos bólidos a entusiastas alejados de los presupuestos necesarios para comprar un Ferrari o Mercedes con más caché.

El Toyota TF102 de 2002.

Se constata, igualmente, el creciente interés por los F1 de los años setenta. Prueba de ello fue el éxito que tuvo la salida a subasta de parte de la colección de Jody Schekter. La estrella fue un Ferrari 312T4 de 1979, el último coche que ayudó a conseguir un título de pilotos para la Scuderia cuando aún vivía Enzo Ferrari.

El ejemplar, el chasis 040, fue el cuarto de los cinco 312 T4 construidos. Fue pilotado exclusivamente por el piloto sudafricano y consiguió la victoria en los grandes en Bélgica, Mónaco e Italia. Se vendió por 8,2 millones de dólares. Scheckter también se desprendió por 1,1 millones de una recreación del curioso Tyrrell P34 de seis ruedas, un monoplaza con el que ganó el GP de Suecia de 1976, el único triunfo del coche, además de sumar cuatro podios.

La salida a subasta de la colección de Schekter sin duda animó la temporada pasada el mercado de clásicos procedentes de la F1 y disparó el interés por los coches de carreras más emblemáticos. Entregados con o sin motor, la pasión por este deporte sin duda está subiendo enteros entre los coleccionistas en un escenario donde las incertidumbres geopolíticas y económicas están contribuyendo a desacelerar el mercado de clásicos respecto al periodo 2022-23.

El comprador es hoy más selectivo y apuesta por las marcas más exitosas (Ferrari, Porsche, Mercedes-Benz) o coches con historia, como fue el caso de la subasta del Bentley Continental Cabriolet de 1990 que perteneció a Elton John, vendido por Christie’s en Nueva York en febrero pasado por 441.000 dólares.

El regreso de la casa Christie’s al mercado de clásicos tras 17 años con la adquisición de Gooding & Company, y la cada vez mayor y mejor oferta de vehículos a través de plataformas digitales como Bring a Trailer (BaT) han refinado y ampliado este segmento del arte. Por su parte, la otra gran casa de subastas, Sotheby’s, se embarcó recientemente en dos grandes subastas que demuestran que el coleccionismo de coches está candente.

Una fue la de la colección de clásicos de Rudi Klein, un inmigrante alemán que durante años acumuló modelos y componentes de gran valor en un almacén de Los Ángeles conocido como The Junkyard (depósito de chatarra). Los vehículos se vendieron en el estado en que estaban, incluyendo raros modelos como un Mercedes-Benz 300 SL Alloy Gullwing de 1955 (9,35 millones) o un Mercedes-Benz 500 K ‘Caracciola’ Special Coupe de 1935 (4,13 millones), originario de Sindelfingen, que fue propiedad del piloto de carreras Rudolf Caracciola y es considerado un ejemplar único. El almacén estaba sin tocar desde la muerte de Klein en 2001 y muy pocos conocían su interior.

El otro gran plan de Sotheby’s es la venta a principios de 2025 de una selección de coches de competición de entre 1906 y 1966 en poder del Indianapolis Motor Speedway Museum. La subasta incluirá el legendario Mercedes-Benz W196 Monza Streamliner de 1956 de Stirling Moss y Juan Manuel Fangio, el Ferrari 250 LM ganador de las 24 Horas de Le Mans de 1965 y un Ford GT40 Mark II de 1966.

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