Los fundadores, CEO y demás directores ejecutivos y generales de las diferentes marcas de automóviles son personas con cierto peso en el sector. No en vano ejercen puestos de poder capaces de redirigir toda una industria a nivel mundial.
Como consecuencia de este poder, cada vez que una de estas figuras hace una declaración o predice un futuro y posible escenario, la opinión pública se gira a escucharlos con atención.
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Ahora ha sido el turno del fundador de BYD, Wang Chuanfu, para lanzar uno de estos mensajes que parecen más propios de un oráculo que de un alto ejecutivo del sector automovilístico.
Además de querer expandir su mercado hacia Corea del Sur, plantando cara directamente a fuertes competidores como Hyundai y Kia, BYD ya ha empezado a invertir en el desarrollo de los vehículos inteligentes. El año pasado el gigante chino presentó DiPilot, una plataforma de asistencia al conductor que quiere hacer la competencia directamente al Autopilot de Tesla.
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Por el momento, algunos de los modelos de BYD disfrutan del sistema LiDAR más avanzado de la marca, que les da capacidades semiautónomas a la hora de conducir. Y es que, según las declaraciones de Wang Chuanfu, este será el nuevo reto al que se enfrente el sector de la automoción. Así, el fundador de BYD tiene claro que la conducción autónoma y los vehículos inteligentes serán el siguiente desafío que los fabricantes tendrán que superar, después de los coches eléctricos.
La conducción autónoma en España
Respecto a la conducción autónoma total, es decir, aquella en la que el conductor no tiene que actuar ni intervenir en ningún, la Unión Europa todavía está trabajando para regular y legislar su implementación. En Estados Unidos, por el contrario, el uso de taxis autónomos ya es habitual (aunque no exento de problemas).
Por el momento, el único nivel de conducción autónoma permitido en España es el dos y dos+, aquel en el que el coche puede frenar, acelerar o incluso cambiar de carril, pero siempre con el conductor supervisando las maniobras y con las manos en el volante. La excepción es el sistema BlueCruise de Ford, pero solo en carreteras concretas.
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