¿Será así el Porsche del futuro?

Los diseñadores de la marca alemana trabajan en proyectos que anticipan algunos conceptos aplicables en sus próximos vehículos.

Renndienst de Porsche
Prototipo de coche autónomo y modular de Porsche. | Porsche

El coche del futuro ya existe hoy. Al menos sus conceptos, sus principios o sus desafíos. El diseño y desarrollo de un nuevo automóvil requiere de años, en el mejor de los casos, e incluso décadas cuando se trata de anticipar las soluciones más avanzadas y disruptivas. Los prototipos sirven como banco de prueba e incubadoras de soluciones que en muchos casos resultan impensables en el presente. Es el caso del Renndienst de Porsche, que adelanta propuestas, aisladas o en conjunto, que se podrán ver en los modelos de la marca alemana en tiempos venideros.

En el Centro de Desarrollo de Weissach (Alemania), donde nacen todos sus productos y uno de los más avanzados del mundo, Porsche estudia los hábitos de los conductores y sus necesidades, con el objetivo de anticiparse y satisfacer de la forma más eficaz posible. Utilizan para ello un método de trabajo conocido como First Principle Thinking (pensamiento de principios iniciales, en inglés), cuya aplicación permite romper con cualquier analogía conocida y descomponer las hipótesis al mínimo.

Los diseñadores de la marca alemana huyen de los conceptos preconcebidos, de las formas ya utilizadas, para adentrarse en el territorio de las soluciones que podrían ser de interés para sus clientes en un futuro. Se cuestionan lo que un Porsche podría ser y lo que no.

Un Porsche como nunca se había visto

Porsche ha publicado en un libro hasta una quincena de prototipos que hasta el momento eran secretos. Uno de los más llamativos y sorprendentes es el bautizado como Renndienst, en homenaje al Volkwagen Transporter Renndienst, que tiempo atrás tuvo las funciones de coche de servicio para el equipo de competición de la marca del mismo grupo.

Se trata de una carrocería monovolumen, esa tipología tan denostada en estos tiempos, con capacidad hasta para seis ocupantes y unas líneas realmente rompedoras. El diseño de las ventanillas laterales es asimétrico: en un lado está cerrado y dotan de intimidad a los pasajeros, mientras que en el otro aparece un gran cristal que ofrece una vista panorámica de la ruta.

La concepción del Renndienst apunta hacia la conducción autónoma, de manera que el conductor va sentado en posición central en una banqueta individual que se puede girar hacia el resto de los pasajeros cuando es el propio automóvil el que circula sin intervención humana. Con esta configuración, además, las personas que ocupan las dos plazas posteriores, a izquierda y derecha de la central delantera, tienen una visión sin obstáculos de la carretera e incluso de unas pantallas de utilización propia en el salpicadero.

El triunfo de la conectividad

Porsche mira hacia el futuro pensando en quienes entonces serán sus clientes. Y es evidente que se trata de una generación digital por completo, que ofrece tanta importancia a la conectividad del vehículo como al resto de sus funcionalidades. Lo explica Ivo van Hulten, director de experiencia de usuario de la marca: “Antes, el hambre por lo nuevo se saciaba con la compra del producto. Hoy, a muchos jóvenes ya no sólo les fascina la estética del producto, sino también las posibilidades que ofrece”.

Por este motivo, en sus prototipos se buscan soluciones de interiores modulares que puedan adaptarse con el paso del tiempo a nuevas circunstancias personales, así como a la posibilidad de realizar actualizaciones de los sistemas de forma remota y en cualquier momento.

Porsche

El habitáculo del prototipo de monovolumen Porsche.

Sin embargo, en Porsche aseguran que miran al futuro inspirándose siempre en la historia de una leyenda de la automoción. No pretenden sustituir la experiencia física del desplazamiento, conduzca el propio automóvil o lo haga una persona. Desde los asientos al salpicadero, pasando por los mandos o los controles analógicos, los especialistas de Porsche quieren que se siga hablando de coches con alma, capaces de establecer un vinculo emocional con sus ocupantes.

El equilibro entre ambos conceptos no es sencillo, así que las grandes marcas dedican cantidades ingentes de recursos, materiales y humanos, a alcanzarlo. Especialmente cuando deben mantenerse fieles a un ADN tan poderoso como el de Porsche, combinando modernidad y tecnología con emocionalidad y sensaciones. Solo el tiempo y las experiencias de los conductores despejarán la duda de si el objetivo se ha alcanzado…

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