Parece que los nichos de mercado no tienen fin, ni en el mundo de los coches ni en el de las motos. Cuando se cree que se ha llenado toda la oferta posible, llega una marca, mezcla dos conceptos y vuelta a empezar. ¿Alguien ha dicho Honda X-ADV?
Viendo la tendencia en el sector de la automoción con el auge imparable de los SUV, bastante ha tardado en llegar al mundo de las dos ruedas. Siempre ha habido trails y motos ruteras, pero la marca del ala dorada ha sido la primera en combinar dicha aspiración off-road con la base de un escúter.
Su imagen es el claro ejemplo de la unión y convivencia de ambos mundos, con una estructura que recuerda a la Honda Integra (sobre cuya base se ha desarrollado), pero un diseño más marcado y musculoso en el que se aprecian gran cantidad de elementos de plástico negro, similares a los de las protecciones de los todocaminos.
En su objetivo de acercar la filosofía rutera a un público más amplio, ofrece un peso en orden de marcha de 239 kilos y dos opciones de altura de asiento: 820 mm (de serie) o una más baja de 790 mm. Calza llanta de radio de 17 pulgadas en la rueda delantera, con dos discos de freno de 310 mm mordidos por pinzas de cuatro pistones, y de 15 en la trasera. La suspensión corre a cargo de una horquilla invertida de 41 mm regulable en precarga y extensión, y de un monoamortiguador trasero.
La Honda X-ADV tiene un depósito de 13 litros, con el que aspira a una autonomía que ronde los 300 kilómetros, hueco bajo el asiento como para guardar un casco integral, toma de 12 V, parabrisas ajustable en cinco niveles, arranque sin llave y pantalla LCD multifunción.
El motor que emplea también es de la Integra, un bicilíndrico de 745 mm que entrega 54 CV y un par de 68 Nm, asociado a un cambio de doble embrague que permite conducir en modo automático o secuencial, pudiendo funcionar el primero en ‘D’, estándar, o ‘S’ deportivo.
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