El robo de coches es una práctica muy común que, con la evolución de la tecnología, no ha dejado de reinventarse. Lo que antes eran palancas y ganzúas se ha convertido hoy en día en dispositivos capaces de desarmar toda la seguridad electrónica de los vehículos en cuestión de segundos.
Llama la atención un nuevo método empleado por los ladrones, que tiene como protagonista uno de los teléfonos móviles más populares de comienzos del siglo XX, el Nokia 3310.
Nokia 3310
Conocido por su fama de indestructible, el diseño del teléfono es bien conocido y nada sospechoso, motivo por el que los delincuentes lo han elegido para camuflar la tecnología necesaria para piratear los sistemas de los automóviles y así robarlos.
Se trata de un modus operandi similar al que se utiliza con el Flipper Zero, un dispositivo que los últimos meses se ha popularizado para la sustracción de coches. Este vídeo muestra el procedimiento.
En las imágenes, se puede ver que el individuo intenta arrancar el Toyota sin éxito, puesto que el sistema no reconoce que la llave de encendido esté cerca ni dentro del coche.
Un Nokia para robar coches
Acto seguido, saca el Nokia, que en realidad no es tal, y lo conecta al automóvil mediante un USB. Cuando lo lee, el dispositivo ofrece distintas opciones (aunque la calidad del vídeo es baja) entre las que se encuentra la de obtener datos.
Al seleccionarla, consigue la información del vehículo y clona la llave, por lo que el coche reconoce al teléfono como tal, poniendo en marcha el motor cuando le da al botón de encendido.
Más información
Se trata de un procedimiento extremadamente sencillo, ya que no es necesario mucho conocimiento para el robo, puesto que es el dispositivo el que hace todo el trabajo.
Además, es relativamente fácil encontrarlos. Estos dispositivos se venden en la deep web con distintos tipos de camuflajes y con unos precios que oscilan entre los 2.500 y los 18.000 euros.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram