El gran Quique San Franciso decía esto sobre los coches fúnebres en uno de sus monólogos: “Y a lo mejor te has pasado la vida conduciendo un Talbot Samba y ahora te vas al otro barrio en un Mercedes coj***** y con chófer. ¡Muy bien! ¡Uno de los coches más seguros del mundo! ¡A buenas horas!”. Sea por la seguridad o por cualquier otro aspecto, el único coche en el que vas a montar sin importarte cuál sea es el fúnebre que te lleve bien al hoyo, bien a la cremación. Aunque sea un Tesla Model S.
Pero, como en este mundo hay de todo, los grandes defensores del coche eléctrico tienen ahora una oportunidad de irse al otro barrio sin hacer ruido y con cero emisiones: una empresa de servicios fúnebres holandesa ha transformado un Tesla Model S en un vehículo funerario.
El proceso para conseguirlo, bastante sencillo: han cortado el eléctrico por la mitad. Después han ampliado su longitud 800 mm para llevarlo hasta los 5.770 mm totales, con un espacio suficiente para cargar un ataúd en su interior.
Para no romper aún más el diseño del coche Tesla Model S, se ha prolongado la línea del techo original creando una gran superficie acristalada tanto en los laterales como en la zaga (aunque tampoco es que el pasajero necesite buenas vistas), que cae de manera vertical.
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