Uno de los mayores inconvenientes que tienen los motores térmicos tradicionales es que desperdician la mayor parte de la energía que utilizan. En condiciones óptimas de funcionamiento, un motor de gasolina aprovecha como mucho el 36%, y sube ligeramente hasta el 42% en el caso de los que funcionan con gasóleo. El resto se pierde en forma de calor, que se desprende a través de las piezas del propio motor. El circuito refrigerante se encarga de evacuarlo.
La importancia del líquido refrigerante es vital para los motores de combustión que se refrigeran por este sistema (también existen motores refrigerados por aire). Sin él, el motor se deteriora al poco tiempo de funcionar, fundiéndose y gripándose muchas de sus piezas móviles.
El líquido circula por el interior del bloque de cilindros y capta el calor generado por las explosiones transportándolo hasta un radiador en la parte delantera del coche. Allí se enfría para volver a completar el ciclo.
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Líquido anticongelante
El refrigerante de motor más habitual a lo largo de la historia del automóvil ha sido el agua corriente, pero mezclada al 50% con agua destilada para evitar los depósitos alcalinos que puedan obturar el circuito del radiador.
Sin embargo, los motores modernos recurren a una mezcla de agua destilada con etilenglicol. Este compuesto orgánico (también llamado líquido anticongelante) reduce el punto de congelación del agua y a la vez aumenta su temperatura de ebullición. Evita que el líquido del circuito se congele, hierva o se evapore.
Mediante una bomba que se conecta en cuanto el motor arranca, el líquido refrigerante empieza a circular y se encarga de mantener estable la temperatura del motor en cualquier circunstancia. Cuando el calor es excesivo, el aire que entra del exterior no es suficiente para enfriarlo: un termostato conecta un ventilador que va adosado al radiador para forzar su evacuación.
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Nivel del aceite
El líquido refrigerante realiza su trabajo ayudado por el circuito de lubricación. El aceite contenido en el cárter, además de facilitar el rozamiento de las piezas, cumple asimismo la función de disipar el calor excesivo.
Por ello es muy importante verificar periódicamente los niveles de ambos líquidos y reponerlos según las indicaciones del manual de mantenimiento del vehículo. El del aceite con la varilla que se introduce en el motor, y el refrigerante mediante un nivel marcado en el vaso de expansión. Allí se almacena una reserva del líquido anticongelante para que nunca falte en el interior del circuito.
Pero nunca hay que reponer el líquido con el motor caliente ni funcionando, a riesgo de sufrir graves quemaduras. Es mejor dejar que se enfríe por completo antes de abrir el tapón del radiador o del depósito de expansión (según el modelo de que se trate).
¿Qué líquido refrigerante usar?
Para reponer el líquido refrigerante, conviene utilizar siempre uno que cumpla las especificaciones recomendadas por el fabricante del coche. Y, por otra parte, hay que evitar la mezcla de dos que posean componentes diferentes. En el mercado también se venden refrigerantes puros: se deben mezclar al 50% con agua destilada para que cumplan su función de forma correcta.
¿Cuánto dura el líquido refrigerante en un coche?
La falta de líquido refrigerante provoca que el motor se caliente en exceso y puede causar graves averías. Antes de un viaje es muy conveniente controlarlo y, ante cualquier sospecha de fugas (charcos en el suelo o salpicaduras en el interior del motor), habrá que acudir al taller para que revisen el circuito.
También hay que tener en cuenta que el líquido refrigerante tiene fecha de caducidad y ha de renovarse para que no pierda sus propiedades. Es una operación de mantenimiento que suele realizarse cada 50.000 kilómetros o al cabo de tres años.
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