El C4 Picasso es el más avanzado

Cuatro monovolúmenes de tamaño medio con cinco asientos, buenos maleteros y motores turbodiésel de bajo consumo

Tras el éxito de los monovolúmenes grandes como los Renault Espace y Chrysler Voyager, a finales de los años noventa llegaron sus hermanos de tamaño medio (unos 4,5 metros de largo), más prácticos para la ciudad y con el Renault Scénic como pionero. Y durante una década, hasta que se pusieron de moda los todoterrenos, han sido los coches favoritos de las familias europeas de clase media. Pero la arquitectura monovolumen, y sobre todo su modularidad interior, sigue siendo la alternativa más práctica para resolver el transporte familiar.








Citroën C4 Picasso




En esta prueba se enfrentan cuatro de los modelos medios de cinco plazas más valorados. El primero es el nuevo Citroën C4 Picasso, que acaba de salir, se fabrica en Vigo en exclusiva y es una de las referencias en este tamaño. Los otros son los Ford C-Max, Toyota Verso y Renault Scénic, sus principales rivales. Se impone el modelo francés, aunque por una diferencia mínima, gracias a su calidad de conjunto. Así, aporta una imagen vanguardista que incluye una silueta más baja y un estilo elegante y sofisticado. Y añade un interior bien resuelto, un confort superior y consumos ajustados. No es el más ágil, ni barato, pero reúne buenas prestaciones y consumos con sentido práctico.








Ford C-Max




El Citroën Picasso se ofrece con dos motores de gasolina: 1.6 VTi de 120 CV (desde 18.500 euros) y 1.6 THP de 155 CV (22.500). Y hay dos 1.6 HDi turbodiésel de 90 y 115 CV (desde 20.500 y 21.750). Además, en otoño saldrá un nuevo 2.0 HDi de 150 CV y la carrocería de siete plazas o C4 Grand Picasso.








Renault Scénic




El Ford C-Max se sitúa segundo, a solo un punto, y sigue siendo la referencia a superar en comportamiento dinámico, porque ofrece una conducción muy cercana a la de los turismos. Además, tiene el mejor precio y un equipo de serie superior, aunque con un espacio y una modularidad inferiores. Se fabrica en Almussafes (Valencia) para todo el mundo y tiene cuatro motores. Hay un 1.0 Ecoboost de 125 CV en gasolina (desde 16.800 euros) y tres turbodiésel: 1.6 TDCi de 95 y 115 CV (desde 18.400 y 19.400) y 2.0 TDCi de 140 CV (22.150).








Toyota Verso




El Toyota Verso es el tercero, pero a solo un punto del Ford y dos del Citroën. Ha recibido una puesta al día hace unos meses y sigue en forma. Tiene una línea atractiva, el motor más potente y prestaciones algo superiores. Puede incluir siete plazas (700 euros más) y apenas acusa los años en una sonoridad mecánica superior y un interior más austero. Se vende con dos motores 1.6 de gasolina: de 131 y 147 CV (desde 19.290 y 21.841 euros). Y hay tres turbodiésel: 2.0 de 124 CV (21.540) y 2.2 de 150 y 180 CV (26.090 y 25.090).

El Renault Scénic es el más veterano, aunque acaba de recibir una actualización. Pero sigue siendo el más práctico como coche familiar: ofrece el interior más amplio y modulable, para repartir el espacio, y un maletero mayor. Le penaliza un diseño exterior poco sugerente y superado, y se vende con tres motores de gasolina: 1.6 de 110 CV (18.800 euros), 1.2 TCE (turbo) de 115 CV (20.400) y 2.0 de 140 CV (24.800). Y hay dos 1.5 dCi turbodiésel: de 110 y 130 CV (22.100 y 24.700).



Conducción





Ford C-Max


La altura y las medidas de las carrocerías condicionan el comportamiento de los monovolúmenes, que, al ser más altos y pesados, resultan casi siempre menos ágiles que los turismos de su tamaño. Sin embargo, están mejorando en los modelos de última generación, a costa casi siempre de reducir la altura. Los protagonistas de esta prueba equipan motores turbodiésel con potencias de entre 110 y 125 CV y cambios manuales de seis marchas. Y el mejor es el 2.0 D4-D de Toyota, que, aparte de tener más cilindrada, es el más agradable. Responde de forma más inmediata al acelerador, sobre todo a bajo régimen, y tiene más potencia (124 CV). A partir de 4.000 vueltas se queda sin fuerza, pero ofrece unas prestaciones algo superiores y una respuesta más rápida en los cambios de ritmo. El Renault da la sorpresa con su pequeño 1.5 dCi de 110 CV y se defiende muy bien. Mantiene el tipo en todas partes, aunque parece algo menos poderoso a bajo régimen, tanto en ciudad –al acelerar tras doblar las esquinas– como en carretera, donde exige reducir más a menudo, sobre todo en subidas y al adelantar. El Picasso y el C-Max comparten el motor 1.6 (HDi, en Citroën, y TDCi, en Ford) de 115 CV. Tiene un tacto muy agradable, con una buena respuesta a bajo régimen y un rendimiento homogéneo que permite estirarlo hasta 4.500 vueltas. En el comportamiento, la diferencia está en el tacto de conducción. El Ford es el más completo y el que más se acerca a los turismos. Obedece con más inmediatez a lo que ordena el conductor y transmite mejor lo que está pasando en cada momento entre el asfalto y el volante. Pero sobre todo es el más estable y eficaz, una ventaja que aumenta en zonas viradas, donde se muestra más ágil que los demás y acusa mucho menos los balanceos. Y va incluso mejor que algunos turismos. Le sigue el Toyota, que aporta un comportamiento muy similar en el tacto de conducción y hace sentir bien el coche. Pero tiene un eje delantero menos preciso, que obliga a girar más volante en las curvas para que entre y se agarra menos que el del Ford. En cambio, los balanceos son comedidos. El Scénic es diferente: se comporta muy bien a la entrada de las curvas y tiene un comportamiento muy equilibrado. Pero el tacto de la dirección eléctrica filtra las sensaciones de las ruedas y resta confianza y agrado de uso. Con el Citroën sucede algo parecido, porque tiene una dirección de tacto muy artificial que oculta casi al completo las reacciones del tren delantero. Además, añade unas suspensiones más blandas que priman el confort e implican un mayor balanceo en las curvas y una menor precisión en los trazados. Y en consecuencia, invita a reducir el ritmo. Todos frenan bien, pero el Scénic ha necesitado más metros en caso de emergencia, en parte porque la unidad de pruebas llevaba unos neumáticos de perfil más alto y con peor adherencia que sus rivales.






Vida a bordo





Renault Scénic


El punto fuerte de los monovolúmenes. La altura de sus carrocerías permite aprovechar mejor el espacio e integrar asientos individuales atrás. Los cuatro modelos de la prueba incluyen cinco plazas, y las traseras se regulan en longitud (salvo en el Ford, que es opcional) e inclinación y se pueden plegar para ampliar el maletero. Pero la modularidad de cada uno presenta diferencias, y el más completo para el uso familiar es el Renault, el único que permite sacar los asientos posteriores si no se necesitan. Las plazas delanteras son correctas en todos, pero con ventaja para el Scénic y el Verso, que ofrecen unas butacas con banquetas más amplias. El Picasso incluye un parabrisas frontal sobredimensionado arriba y a los lados que mejora la visibilidad, y las butacas del C-Max recogen muy bien el cuerpo en las curvas. Atrás hay más diferencias, y el mejor para alojar a tres adultos es el Toyota, que ofrece más anchura a la altura de los hombros y supera incluso a muchas berlinas grandes. El Citroën y el Renault tienen más espacio para las piernas atrás, seguidos del Verso, y el primero es el único con las tres butacas traseras iguales. Por último, el Ford es el más justo en todo, tanto en anchura como en longitud, y tiene una plaza central trasera muy estrecha y con un túnel central que molesta en los pìes. El Verso y el Scénic aportan los maleteros más grandes en la práctica, aunque el Picasso anuncia mejores cifras oficiales. Y los dos tienen mérito: el primero puede incluir una tercera fila con dos plazas más (siete), y el otro es el único que permite llevar rueda de repuesto normal (100 euros). Todos tienen donde dejar la bandeja cubreequipajes, un fallo habitual hasta hace poco, pero el Toyota dispone de una trampilla específica bajo el piso del maletero. Y los cuatro incluyen también muchos huecos para objetos en todas las plazas –hasta 86 litros más en el Renault–, con  posavasos, repisas, mesitas plegables, apoyabrazos centrales delante con cofres interiores y hasta huecos bajo el piso para juguetes (Picasso y Scénic). En la presentación interior dominan el Picasso y el C-Max. Todos tienen pantallas táctiles, pero el Citroën es el más elegante y sofisticado por dentro, con mejores acabados y materiales y una calidad superior. El Ford es muy moderno y destaca por la instrumentación y la consola central, que va lacada en negro y realza el ambiente. El Toyota y el Renault resultan más austeros. El primero lleva un salpicadero de trazos rectos y con materiales algo apagados. El Scénic incluye unos adornos metalizados que alegran el conjunto, pero es muy simple y poco vistoso. En cambio, los dos ofrecen ajustes y acabados sólidos y correctos. El Citroën prima el confort y tiene las suspensiones más blandas y cómodas, está mejor insonorizado que los demás y es el más indicado para viajar. El Renault también absorbe bien los baches, y el Ford y el Toyota resultan más secos y menos cómodos en pisos irregulares. Y el Verso deja oír más la mecánica y los rumores de rodadura.






Consumos





Citroën C4 Picasso


Los consumos son, aproximadamente, un litro superiores a los de un familiar compacto de tamaño y motor equivalentes. El Picasso y el C-Max han gastado un litro menos en la prueba: 6,5 a ritmos suaves en carretera, y ocho estirando las marchas y en tráfico urbano. El Scénic se queda también en 6,5 en conducción suave y ocho en ciudad, pero llega a nueve cuando se le exige: su pequeño motor obliga a forzar más. El Verso acusa la cilindrada y gasta siete litros a ritmos suaves y casi nueve si se apuran las marchas y en ciudad (es el único sin start & stop). Las emisiones de C02 dan ventaja al C4 Picasso y al Scénic (105 g/km los dos), seguidos del C-Max (119) y el Verso (129).






Precio y equipamiento





Toyota verso


Las diferencias de precios son ajustadas. El más asequible es el C-Max, 20.850 euros, pero el Verso apenas sube a 21.141. El Scénic cuesta 22.100, y el Picasso es algo más caro, 22.900. Todos incluyen los descuentos del mes (sin Plan Pive 2). En los equipos de serie tampoco hay grandes diferencias. Aparte del equipo de seguridad, todos vienen con climatizador, pantalla táctil, ordenador de viaje, radio-CD, bluetooth, control de velocidad, asientos móviles y plegables, cuatro elevalunas eléctricos y cierre con mando. Incluyen también botón de arranque (salvo el Verso), sensores de lluvia y faros (200 euros en el C-Max) y start & stop (250 euros en el Ford y no disponible en el Toyota). Y este añade retrovisores eléctricos plegables y tres años de garantía, uno más. Pero el más completo es el C-Max, que suma llantas de aleación de 17 pulgadas (como el Verso), navegador y dos regalos: faros de xenón y sensores de aparcamiento delante y detrás. El equipo de serie en seguridad es correcto en todos: seis airbags, ABS y control de estabilidad. Se pueden sumar avances opcionales, como alerta de cambio de carril y otros. El Ford añade el sensor de presión de ruedas y el Toyota incluye un airbag más de rodilla (conductor). Además, el C-Max ofrece también un comportamiento más estable y eficaz.






Conclusión


El Citroën es el más moderno y ofrece una calidad de conjunto superior. Está mejor presentado y es el más cómodo para viajar, aunque sale algo más caro. El Ford aporta el comportamiento más eficaz, y un precio y equipamiento mejores, pero es el menos amplio y modulable como familiar. El Toyota ofrece las mejores prestaciones y un precio ajustado, y puede incluir siete plazas, pero tiene un interior algo austero. Y el Renault es el más práctico y completo en el uso familiar, tanto por capacidad como por modularidad, pero con un diseño menos atractivo.



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