Los radares están diseñados para controlar que los vehículos respeten los límites de velocidad. Cuando se supera lo permitido, deberían activarse para sancionar. Sin embargo, un conductor que circuló a 388 km/h no recibió ninguna multa. ¿El motivo? Un error policial que dejó el exceso sin castigo.
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Estos dispositivos pueden detectar velocidades por encima del límite legal, pero tienen un umbral máximo. Si un coche lo supera, como en este caso, puede volverse ‘invisible’ para el radar, escapando así a cualquier sanción.
Ese límite no tiene nada que ver con la calibración del cinemómetro o con la normativa: viene estipulado por sus especificaciones técnicas y cambia de un modelo a otro.
Los radares de marca RAI 2002 detectan velocidades hasta los 200 km/h, los RadarLux o Multanova llegan hasta los 250 km/h, mientras que los Multaradar o Cirano 500 reconocen hasta los 300 km/h. Los Autovelox, por su parte, registran velocidades de hasta 320 km/h.

Sin castigo
Cuando superan esas cifras, los vehículos son invisibles para la tecnología del radar. Eso es lo que ha sucedido en Bélgica: allí, el límite de las autovías y autopistas es de 130 km/h. Un conductor recorrió un tramo a 388 km/h y podría haberse enfrentado a uno de los mayores castigos de tráfico del país.
No fue así. Un año después de cometer la infracción, la policía belga no presentó cargos. La pregunta es lógica: ¿por qué? Quizás, se debe a que los equipos de medición de los agentes no reconocen excesos por encima de los 300 km/h.

Las autoridades explicaron que no pueden revelar dónde se produjo el exceso de velocidad porque sería sencillo reconocer la carretera. Únicamente se sabe que los hechos tuvieron lugar en una autopista en Flandes y que a esos 388 km/h habría que añadir el margen de error que, en este caso, sería del 6%.
Por lo tanto, el exceso sería, en realidad, de 411 km/h. Este error no es un caso aislado. Hace un tiempo, también en Bélgica, un conductor fue absuelto a pesar de haber circulado a 306 km/h.
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