Es uno de los principales elementos de protección para los ocupantes de un coche. Tanto es así que se ha demostrado que evita, aproximadamente, un 14% de muertes en conductores y un 11% de daños en pasajeros. Eso sí, el airbag tiene una cara B: puede causar algunas lesiones.
Es lo que le ha sucedido al presentador de televisión Dani Mateo. Estos días su ausencia en los programas Zapeando y El Intermedio ha sido tema de conversación en las redes sociales. Él mismo explicó que se debe a un accidente sufrido en una rotonda: tras un choque, el airbag le causó una pequeña fisura en el esternón que le impide hacer determinados movimientos.
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Los airbags son obligatorios, por ley, desde 2006. Todos los coches están equipados normalmente con seis: dos frontales, dos laterales para la cabeza y dos laterales para el tórax.
Este sistema está compuesto por tres elementos: sensores de impacto, dispositivo de inflado y bolsa de aire. En caso de choque, una centralita decide si el airbag se despliega o no llevando a cabo una serie de cálculos.
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Si se requiere su acción, manda la orden y el propelente (una mezcla de compuestos químicos) genera el gas que infla la bolsa. Tal y como apunta la Dirección General de Tráfico (DGT), tarda en desplegarse unos tres milisegundos y lo hace a unos 250 km/h (en el caso de los airbags europeos).
¿Un airbag puede causar lesiones?
En determinadas ocasiones, el airbag ha podido provocar lesiones graves debido a un uso incorrecto como, por ejemplo, no llevar el cinturón de seguridad. En otros casos, también puede causar problemas más leves, porque no es un sistema perfecto.
No obstante, se ha comprobado que sus ventajas son muy superiores a estos posibles inconvenientes. Además, muchos de ellos están en fase de solución y dependen de la antigüedad y del tipo de airbag.
Lesiones en la cabeza, el cuello y la espalda
La acción del airbag puede tener como consecuencia una sacudida o un golpe violento en la cabeza, que puede causar una conmoción o un traumatismo. Esto afecta especialmente a las personas de menor estatura, como los niños.
Por otro lado, el despliegue de la bolsa de aire puede generar daños en el cuello y en la espalda y, más concretamente, en las vértebras o en los discos. A esto hay que añadir la posibilidad de sufrir un latigazo vertical.
Lesiones en las manos y los brazos
Es posible experimentar lesiones en las manos y las muñecas, ya que son las partes que más cerca están de la zona de despliegue. Los daños pueden ir desde quemaduras hasta articulaciones dislocadas, pasando por fracturas.
Lesiones en los ojos
El despliegue del airbag frontal tiene lugar en la cara de los ocupantes y el impacto puede provocar lesiones en los ojos. En los casos más graves, podrían ser abrasiones corneales, desprendimientos de retina o fracturas en la zona orbital del cráneo.
No obstante, un estudio llevado a cabo por el RACE y la Fundación Alain Afflelou invita a la tranquilidad. En él, analizaron el impacto de un coche con airbag frontal a 56 km/h contra un muro: dentro del vehículo iba un dummy con gafas, que no presentó daños en la montura. Tampoco se rompieron los cristales y no se detectan lesiones por abrasión o por contacto con los gases.
Hay que tener en cuenta que lo normal es que las gafas salgan disparadas en los primeros instantes del accidente y esto reduce las lesiones derivadas de su posible rotura.
Lesiones en el pecho
Hoy en día, las lesiones torácicas no son tan frecuentes como antes gracias a la evolución de la tecnología y la seguridad. En este caso, la fuerza del airbag puede dar pie a contusiones, pequeñas lesiones o a algún traumatismo.
Lesiones en la piel
Si la bolsa se rompe y los compuestos químicos o el gas entran en contacto con la piel, pueden generar quemaduras químicas y algunas reacciones cutáneas. Por otro lado, es posible que la elevada velocidad a la que salta genere quemaduras por fricción.
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