El anuncio del Gobierno de prohibir la venta de automóviles de combustión a partir de 2040 y su circulación desde 2050 ha creado un intenso debate social. La futura ley de cambio climático satisface a muchos e incluso algunos creen que llega tarde y con tibieza; otros, sin embargo, consideran un atrevimiento político realizar tales propuestas sin la suficiente planificación y análisis de la situación. Más allá del largo plazo, la nueva legislación puede tener efectos mucho más inmediatos para los ciudadanos y el sector de la automoción.
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Si los planes del Gobierno se cumplen, la ley del cambio climático podría estar aprobada antes de acabar este mismo año y entrar en vigor ya en 2019. Sería entonces el momento en el que todas las ayudas económicas para la renovación del parque móvil se limitarían a los vehículos exclusivamente eléctricos, tal y como se recoge en un borrador que contempla “la prohibición de ayudas o incentivos a las energías fósiles desde la nueva legislación”.
De este modo, quedarían excluidos de posibles contribuciones públicas a la adquisición de un vehículo nuevo todos aquéllos equipados con un motor de explosión en cualquiera de sus variantes: gasolina, diésel, híbridos, híbridos enchufables, Gas Natural Comprimido (GNC) y Gas Licuado del Petróleo (GLP).
Una situación que podría afectar significativamente a la urgente renovación del parque automovilístico español, con una antigüedad media que supera los 12 años y que precisa de subvenciones para incentivar la compra entre determinados grupos de automovilistas. Puede producirse la circunstancias de que coches obsoletos y contaminantes no sean retirados de la circulación por sus propietarios ante la ausencia de incentivos, considerando que para muchos la utilización de un coche 100% eléctrico puede resultar en el corto plazo un inconveniente serio por el aún escaso desarrollo de la red de recarga de baterías, la oferta limitada de versiones y el alto precio de adquisición.
En este sentido se ha pronunciado la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), que alerta sobre las consecuencias de este tipo de medidas: “Solo se podrán subvencionar los vehículos eléctricos puros, con lo que desactivan los actuales planes de apoyo al vehículo alternativo y discrimina, desde ya, a una tecnología limpia y eficiente frente a otras, que deben servir de puente para alcanzar la movilidad cero y bajas emisiones”.
Según la patronal, la eliminación de ayudas a los vehículos eficientes con motor de combustión supondría una desaceleración en sus ventas y, por tanto, en la reducción de las emisiones contaminantes de los vehículos nuevos. Algo similar a lo que está ya ocurriendo con el desplome, ante las incertidumbres abiertas, de los motores diésel, que se ha traducido en un incremento, por primera vez en una década, de las emisiones de CO2, superiores en los coches de gasolina (con más penetración en el mercado actualmente).
Las marcas del sector están realizando importantes esfuerzos no solo por electrificar sus gamas sino también por ofrecer a sus clientes modelos claramente más eficientes y válidos en el contexto actual, con tecnologías de apoyo a los propulsores de combustión que minimicen sus efectos contaminantes. La oferta de versiones con etiqueta 0 y ECO se ha incrementado de forma significativa en los últimos tiempos, existiendo a partir de 2019 el riesgo de verse penalizadas al reservarse las ayudas a la compra exclusivamente a los coches 100% eléctricos.
En lo que va de año, según los datos de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (AEDIVE), se han matriculado en el mercado español 11.610 vehículos eléctricos puros y 4.375 híbridos enchufables (PHEV), lo que supone un acumulado en los diez primeros meses de 15.985 vehículos cero emisiones, mientras que 2017 se cerró con un total de 13.021 matriculaciones.
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