Las campañas de revisión de producto son frecuentes en el sector de la automoción. Se producen cuando el fabricante de un vehículo identifica algún defecto en el mismo que requiere ser subsanado porque entrañar algún riesgo o inconveniente para su propietario. Forman parte del control de calidad de las marcas, que ocasionalmente sólo consiguen localizar el problema en la fase de comercialización del coche o la moto, cuando la utilización en condiciones reales por los usuarios los saca a relucir.
Lo que ya no es tan habitual es que el producto afectado por la llamada a revisión sea de un coche… de juguete. Y es precisamente la campaña que BMW acaba de poner en marcha para su ‘Baby Racer III’, un correpasillos infantil que presenta un defecto de fabricación en las unidades vendidas entre mayo de 2015 y diciembre del mismo año. En concreto, el logotipo de la marca adherido al plástico puede llegar a despegarse «en casos excepcionales», según la marca, pudiendo ser ingerido accidentalmente por los niños.
Para evitar cualquier peligro en este sentido, BMW informa a los propietarios del juguete de la sustitución completamente gratuita por un nuevo modelo o la devolución de su importe (100 euros) si el cliente así lo prefiere. Las unidades adquiridas con anterioridad a esta fecha no están afectadas por el problema.
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