A priori, hacer la compra poco tendría que ver con el mundo del motor. No obstante: están más relacionados de lo que parece. Un gesto tan habitual como dejar las bolsas en los asientos puede convertirse en una multa de cientos de euros.
Colocar la compra del supermercado es algo que, a priori, parece que no entraña ningún peligro. No obstante, las bolsas pueden convertirse en auténticos proyectiles.
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Hay que tener en cuenta que, en cualquier trayecto, cada bulto tiene que ocupar su sitio en el habitáculo: el del equipaje y otros objetos (como las bolsas de la compra) es el maletero. Para evitar que se desplace, es aconsejable usar algún sistema de sujeción como una red o unos pulpos.
Las bolsas de la compra y el efecto elefante
De esta manera, en caso de tener que frenar bruscamente, las bolsas de la compra no saldrán despedidas contra los ocupantes del vehículo, evitando, así, el efecto elefante.
Por efecto de la inercia, cualquier objeto que viaje suelto en un automóvil continúa su marcha hacia delante y multiplica, por efecto de la velocidad, la fuerza con la que golpearía a cualquier ocupante hasta por 40 veces su peso. Y esto a 50 km/h. A esta velocidad, un ordenador portátil pasaría de tres a 100 kilos y una maleta de 15 kilos se convertiría en un objeto de 520 kilos, que equivale al peso de una vaca.
Un niño de tres años cuyo Sistema de Retención Infantil (SRI) esté mal anclado, en un frenazo repentino o en un accidente, golpearía al conductor o a otro ocupante con la misma fuerza que si se hubiera convertido en una jirafa o en un elefante (90 km/h).
Una multa de 200 euros
Lo cierto es que el Reglamento General de Circulación (RGC), en su artículo 14, establece que “la carga transportada en un vehículo, así como los accesorios para su sujeción o protección, deben estar dispuestos y, si fuera necesario, fijados de manera que no puedan arrastrarse, caer parcial o totalmente, o desplazarse de forma peligrosa”. No cumplir con esta norma puede conllevar una multa de hasta 200 euros.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.