8 cosas que pasan con los coches en las películas… y son imposibles

El automóvil forma tanto parte del cine de acción que ya no podemos imaginar una película del género sin persecuciones o maniobras imposibles...

Los depósitos no explotan y los neumáticos no revientan en la vida real como en la pantalla.

Sí, de acuerdo, solo son ficción y entretenimiento y no tenemos porque esperar que todo lo que nos muestran sea verdad… pero el caso es que las películas han creado una serie de mitos sobre los automóviles que, a base de repetidos, hemos llegado a creer que son ciertos. Y quizá se el momento de desmentir algunos…

1. No, los depósitos no explotan al recibir el impacto de una bala…
Lo hemos visto mil veces; un disparo certero del esforzado agente de policía en el depósito de gasolina y el automóvil conducido por el malvado asesino estalla envuelto en una gran bola de fuego. Un final digno de Hollywood…, pero absolutamente imposible en la vida real.

La gasolina arde pero no explota, y ni siquiera empleando balas incendiarias lograríamos dicho efecto. En circunstancias muy concretas –gases acumulados a muchísima presión y en una mezcla de proporciones muy concretas… justamente como ocurre en el interior de un cilindro– la presencia de una llama podría ocasionar una combustión instantánea, lo que se llama en términos técnicos una deflagración, pero jamás una explosión…. y nunca en condiciones normales.

Además, todos los depósitos de combustible cuentan obligatoriamente desde hace décadas con válvulas de seguridad para impedir, precisamente, esa acumulación de gases.

2. No, los neumáticos no revientan con un disparo…
Otro clásico de las escenas de persecución: el héroe le dispara a las ruedas del coche en el que el fugitivo intenta escapar, consiguiendo que el villano pierda el control del vehículo. En la vida real lo único que lograría el detective es que su bala saliera rebotada sin control tras impactar en la goma.

La propia carcasa del neumático y sobre todo, la velocidad angular que este lleva son un auténtico escupebalas. Y esa es la razón, por ejemplo, por la que ni siquiera los vehículos policiales protegen sus neumáticos con blindaje contra balas. 

En perfectas condiciones de inflado y mantenimiento los neumáticos son uno de los elementos más resistentes del mundo a los impactos…, incluso a los de balas. Y buena prueba de ello es que suelen permanecer intactos, por ejemplo, en un accidente de aviación.

3. No, las puertas no protegen en un tiroteo…
El detective, acorralado, empieza a recibir fuego cruzado desde una azotea, pero raudo como solo un héroe cinematográfico puede serlo, se refugia de la lluvia de balas tras la puerta abierta de su coche… En una situación real similar –salvo que, obviamente, condujera un coche blindado– acabaría igualmente como un colador.

De hecho, la capacidad de penetración en planchas de metal es uno de los factores en el que más trabajan las fábricas de munición. Lamentablemente para nuestro protagonista, las balas atraviesan sin problemas la chapa de un coche, así que es mejor protegerse en otro lado. Por ejemplo… tras una de las ruedas.

4. No, taponar el tubo de escape no hace explotar el motor…
En Superdetective en Hollywood, Eddie Murphy puso de moda la ocurrencia de taponar el tubo de escape de un coche con una patata… Y aunque en la película la artimaña le servía para hacer explotar el motor del vehículo de los malos e impedir su huida, la realidad es mucho más prosaica.

Probablemente el tubérculo saldrá volando con una considerable potencia en cuanto la presión de los gases retenidos aumente, pero, de no ser así, el motor simplemente se parará. Si los gases quemados en los cilindros no pueden salir, no entra aire fresco y no se producen nuevas combustiones en el motor, así que este se detiene. De nuevo, nada de explosiones.

5. No, un coche no se hunde tan deprisa al caer al agua…
La angustia del protagonista que intenta escapar del interior de su vehículo mientras el agua va entrando en el habitáculo resulta uno de esos momentos de máxima tensión en cualquier telefilm. Sin embargo, si un automóvil cae al agua con todas sus ventanas y puertas bien cerradas, puede tardar casi 15 minutos en hundirse, merced al aire acumulado en el interior.

Esto no quiere decir que no se vaya a hundir (por desgracia un coche no es una barca y no tiende a flotar), pero desde luego no lo hará con la inmediatez con la que el cine nos lo muestra. Si se mantiene la calma, hay tiempo más que suficiente para solicitar ayuda o salir del interior.

Por cierto, es imposible abrir las puertas de un automóvil mientras este aún está hundiéndose. Hay que esperar a que el agua inunde por completo el habitáculo: cuando se igualen las presiones exterior e interior sólo entonces se podrán abrir las puertas. Requiere sangre fría pero la física está de nuestro lado.

6. No, no se sale ileso después de un accidente con varias vueltas de campana…
Pocos accidentes son también tan repetidos en el mundo del cine como las vueltas de campana a alta velocidad para poner fin a una persecución. Esto es así por su espectacularidad y porque suelen ser los más fáciles de simular –dentro de la extrema dificultad que representan, por supuesto– para los especialistas y los responsables de efectos especiales.

Lo que ocurre después en la ficción ya depende de los guionistas y de si el coche accidentado lo conduce el chico bueno o el malvado. Generalmente, el primero suele sobrevivir al vuelco sin más consecuencias que algunas magulladuras y un dolor de cabeza, mientras que el segundo perece siempre sin remisión. Pues bien, este último caso se acerca más a la realidad; casi un 70% de los conductores que sufren este tipo de accidente no sobreviven.

7. No, no es tan fácil echar a otro coche de la carretera…
Las peleas puerta con puerta entre dos coches que intentan sacarse de la carretera son las herederas directas de las luchas de cuadrigas de Ben-Hur y suelen acabar también de la misma forma: con uno de los vehículos indefectiblemente empotrado contra cualquier obstáculo.

En el cine la técnica es siempre la misma; ambos vehículos se ponen lado con lado y empieza una bonita coreografía del tipo “ahora te empujo yo… ahora me empujas tu”. Efectista y visual.. pero inútil. Lo primero que aprenden los conductores de seguridad es que dicha técnica resulta totalmente ineficaz.

El coche de mayor peso siempre tendrá las de ganar y un frenazo en seco del coche oponente situará al nuestro en una posición vulnerable. La técnica usada por los profesionales de la conducción defensiva para empujar a alguien fuera del asfalto es siempre la de golpear desde atrás al llegar a un viraje.

8. No, no es tan fácil saltar de un coche en marcha y vivir para contarlo…
Incluso para los especialistas de cine –que conocen todas las técnicas y se preparan durante años para ello- la maniobra de saltar de un vehículo en movimiento está considerada una de las más peligrosas y que más lesiones causa entre estos profesionales.

En las películas suele ser siempre el último recurso de la heroína o del protagonista para escapar del automóvil en el que los villanos lo trasladan a un destino incierto… y en la vida real debería ser justamente eso también: un último recurso.

Evidentemente la velocidad a la que circule el coche marcará la diferencia, pero incluso a un ritmo bajo hay pocas garantías de no sufrir graves lesiones. De entrada, si se quiere tener alguna posibilidad de no terminar en el arcén con la cabeza abierta hay que saltar en dirección opuesta a la marcha. Jamás en la misma dirección. Las puertas ‘suicidas’ de algunos modelos clásicos se llaman así por algo…

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