Unas llantas limpias dicen mucho del coche, aunque mantenerlas relucientes requiere esfuerzo y constancia. Son uno de los componentes que más se ensucian debido a su cercanía con el terreno, ya que se adhiere con facilidad cualquier elemento de los que abundan en el pavimento: aceite, polvo, barro o combustible.
Aunque lo que más las ensucian y las dañan son las partículas que despiden las pastillas de freno. Ese polvo se va depositando en su superficie tiñéndolas de un color oscuro.
Es importante, antes de decidir el producto de limpieza que se usará, conocer el material en el que están fabricadas: aluminio, acero, fibra de carbono, magnesio o aleación, ya que existen limpiadores específicos para cada una de ellas y una mala elección puede arruinar este material.
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Si las llantas no se encuentran muy sucias, el agua es el mejor aliado. Usando un paño húmedo o una esponja, se frota la superficie en círculos para retirar las manchas de manera sencilla.
¿Cómo limpiar las llantas del coche?
Aunque existen infinidad de artículos que, a priori, pueden ofrecer una buena limpieza de las llantas, lo más recomendable es elegir un producto específico de los venden las empresas especializadas. Estos limpiallantas actúan sobre los componentes férricos (ferodo) y demás suciedad que se han ido adhiriendo. La forma de utilización es sencilla:
- Lo más importante es esperar a que las llantas y los frenos se hayan enfriado. El detergente no puede hacer su trabajo si seca antes de la cuenta. Además, si los frenos están calientes, al entrar en contacto con un líquido frío, pueden llegar a deformarse.
- Aplicar el producto directamente sobre la zona sucia, sin mojarla con agua previamente.
- Si la llanta tiene un diseño complejo, una vez aplicado el limpiador, se debe recurrir a un cepillo o esponja para llegar a todos los recovecos.
- Dejar que actúe el tiempo recomendado por el fabricante. Habitualmente entre tres y ocho minutos.
- Aclarar con abundante agua, si es posible con una pistola a presión, para remover todos los residuos.
- Secar a mano. Preferiblemente con un paño de microfibra que no dañe la superficie.
- Los remedios caseros, como los limpiahornos o quitagrasas de cocina, no son recomendables. A la larga pueden acabar afectando al esmalte o el cromado de la llanta.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.