El idilio entre Donald Trump y Elon Musk ha terminado. El CEO de Tesla ha anunciado que abandona DOGE y que volverá a centrarse en su faceta empresarial. Sin embargo, ambas personalidades estarán siempre unidas por la ocasión en la que el Presidente de los Estados Unidos de compró a Musk uno de sus coches… incluso a pesar de que no podía conducirlo.
La unión entre ambos no ha tenido resultados muy positivos, especialmente para Tesla, que ha visto como en 2025 han bajado sus ventas, ha perdido el dominio eléctrico de los mercados europeos y ha visto caer el precio de sus acciones de manera alarmante.
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En uno de los puntos más negros de su valor bursátil, Trump y Musk llegaron a un acuerdo para intentar parar la sangría en bolsa y reflotar las acciones: que el presidente se comprara un Tesla, pese a que tradicionalmente siempre se ha mostrado en contra de los coches eléctricos.
El evento tuvo lugar a mediados de marzo, en lo que fue prácticamente un anuncio de Tesla con la Casa Blanca de fondo. Trump recitó las virtudes de los coches de la marca de Elon Musk, para finalmente anunciar que iba a adquirir el Tesla Model S de color rojo allí presente.
El ejemplar en concreto es un Model S Plaid, la versión más deportiva de la berlina de cero emisiones, que emplea un sistema de propulsión con tres motores, que desarrollan una potencia conjunta de 1.020 CV y le permiten acelerar de 0 a 100 km/h en 2,1 segundos y completar el cuarto de milla en 9,23 segundos. Además, tiene una autonomía de 660 kilómetros y su precio en Estados Unidos parte de los 79.990 dólares.
La cuantía es meramente testimonial para una fortuna como la de Trump, pero el hecho por el que fue bastante llamativa la compra es porque éste no puede conducirlo.
Un coche que no puede conducir
No es que no tenga la capacidad de hacerlo o que no disponga de carnet de conducir, la cuestión es que a los presidentes de los Estados Unidos directamente no se les permite.
Los motivos para ello son básicamente tres. El primero es la seguridad, ya que al volante puede haber cualquier situación peligrosa para el presidente, se necesita que quien vaya conduciendo sea un conductor especializado que pueda salir indemne de cualquier lance.

El segundo es el protocolo y la logística, puesto que los vehículos en los que viaja el presidente están equipados con tecnología avanzada para su protección, así que son necesarios expertos que garanticen que todo funcione correctamente, incluyendo al conductor entrenado.
Por último, se considera que las responsabilidades del cargo hacen que se considere a la conducción como una distracción innecesaria para el presidente.
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