“Lo barato sale caro”. Y si no que se lo digan a Tata Motors, que en 2008 tuvo la idea de revolucionar la automoción en India ofreciendo el coche más barato del mundo, el Tata Nano. Una década después ha dejado de producirse tras unas ventas que han sido un fracaso teniendo en cuenta los objetivos iniciales del modelo.
La idea original, propuesta por el presidente del grupo, Ratan Tata, era sencilla: crear un automóvil low-cost que permitiera a la clase media india acceder al mercado automovilístico. Esto cristalizó en el Nano, un coche que se podía comprar por unos 3.000 euros, cifra realmente accesible, pero que lógicamente llevaba consigo muchos recortes.
Empezando por la parte estética, su diseño ahuevado, con unas ruedas pequeñas y muy cerca tanto del principio como del final del coche (para maximizar el espacio interior), le daba un aspecto peculiar y poco agraciado que no se arreglaba ni en los acabados superiores.
En el habitáculo, sus dimensiones de 3.100 mm de largo, 1.500 mm de ancho y 1.600 mm de alto, garantizaban espacio suficiente para cuatro personas… que no fueran muy grandes. Además, como era de esperar, el interior carecía de cualquier tipo de lujo: tapicería de tela, abundantes plásticos y componentes analógicos, incluido un cuadro de instrumentos colocado curiosamente en el centro del salpicadero.
Un vehículo de un tamaño y peso contenidos tampoco necesitaba un motor excesivamente potente, por lo que se optó por un pequeño bloque de 625cc que rendía una potencia de 37 CV.
Pero seguramente lo que terminó por poner el último clavo en el ataúd fue su nula seguridad. Como ya se ha visto en muchas ocasiones, los fabricantes dedican más o menos recursos a este aspecto en función del mercado al que van dirigidos sus modelos, lo que suele significar que en países en vías de desarrollo es mucho más peligroso conducir. El Tata Nano pasó por los test del Global NCAP en 2014 y sus resultados fueron nefastos: consiguió cero estrellas de seguridad tanto en la protección para adultos como para niños.
Tras las pruebas, Global NCAP apuntó que “el grado de debilidad estructural de este modelo es tal que incluso incluir airbags no sería efectivo para reducir el riesgo de sufrir lesiones graves”.
No es de extrañar, pues, que el Tata Nano no cumpliera las expectativas de ventas que, por otro lado, era muy altas. El fabricante aspiraba a distribuir 20.000 unidades mensuales, pero nada más lejos de la realidad: en junio de 2017 se fabricaron 275 unidades; en junio de este año de la plata de producción solo salió un Tata Nano. La despedida era cuestión de tiempo.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram