Las pruebas de choque se han convertido en la vara de medir para la seguridad de todos los coches nuevos que se lanzan al mercado. Cada región sigue sus propios criterios, a los que se adaptan los fabricantes, lo que hace que en ocasiones una misma marca pueda tener vehículos muy seguros en un lugar del mundo y fallar estrepitosamente en otro.
Algo común en todas ellas son los test de choque de distintos tipos (frontal, solapada, lateral contra un poste…) y también es algo muy habitual que estos se lleven a cabo a velocidades que podrían considerarse bajas.
Así, en función del tipo de golpe, la velocidad puede ir desde los 50 a los 64 km/h, siendo esta última la que emplean en el choque frontal tanto en el programa Euro NCAP como el Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras de Estados Unidos (IIHS).
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Ha sido precisamente este último el que ha querido responder a una pregunta muy común: ¿por qué se realizan estas pruebas a esta velocidad? ¿Por qué no probar los choques a velocidades superiores cuando es legal que estos circulen más rápido?
El primer motivo es el hecho de que estas pruebas no buscan que el coche sea más seguro en los accidentes más graves, que no son los más habituales, sino que buscan probarlos en los accidentes que son los más comunes y que se producen a velocidades menores.
Raul Arbelaez, vicepresidente del IIHS Vehicle Research Center, lo explica así: “Nuestra velocidad de prueba captura la mitad de la distribución de accidentes del mundo real donde sabemos que hay lesiones graves y muy graves. Sabemos que hay accidentes que son más graves, pero estamos captando la mayor parte del número total de accidentes”.
El segundo es el hecho de que la manera en la que se comprueba la seguridad de los coches influye directamente en la manera en la que los fabricantes los diseñan, por lo que analizarlos a una velocidad que no fuera la adecuada podría ser incluso contraproducente.
Las pruebas influyen en el diseño de los coches
“Esto conlleva algunas consecuencias no deseadas, incluida la degradación de la seguridad en accidentes de menor gravedad. Lo que sucede es que su vehículo termina siendo más rígido para poder funcionar bien en ese choque de mayor gravedad”, explica Arbelaez.
Así, si los coches se desarrollaran para ofrecer una mayor seguridad en los accidentes a velocidades mayores, que no son tan habituales, posiblemente su rendimiento decaería en los choques más comunes a velocidades más normales.
Y es que el impacto de la velocidad en las fuerzas que se producen en un choque es mucho mayor del que podría imaginarse. Así, por ejemplo, un accidente a 80 km/h en lugar de a 65 km/h es solo un 25% más rápido, pero las fuerzas de impacto son un 56% mayores.
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