Cuesta discernirlo en un primer momento, pero esta es la quinta generación del Subaru Forester. La marca japonesa no ha arriesgado mucho en el diseño del SUV, confiando en los importantes cambios a nivel estructural y en un equipamiento más completo para darle nueva vida.
Su imagen evoluciona la del modelo que releva, manteniendo la mayoría de sus elementos característicos, como la parrilla, los faros, los marcados pasos de rueda o la peculiar forma del pilar C, pero dándoles un nuevo giro. Eso sí, entre las modificaciones más importantes está una que no se ve: el empleo de la plataforma Subaru Global Platform, que repercute en una mayor distancia entre ejes, aumentada hasta los 2.669 milímetros.
Esto a su vez afecta a un interior que mejora su habitabilidad y que ve cómo el espacio de las plazas traseras crece hasta los 1.000 mm. También se optimiza el maletero, que tiene una boca de carga de 1.300 mm de ancho y que, aun sin conocer todavía su capacidad concreta, ofrece una superficie de carga enorme ya que la fila de asientos trasera se puede abatir completamente en proporciones 40:20:40.
Por lo que respecta al equipamiento, dependerá del nivel de acabado (por el momento solo se conoce la estructura de la gama para el mercado norteamericano), pero cuenta con elementos bastante interesantes: la consola central puede montar una configuración de doble pantalla, con una táctil de ocho pulgadas y una secundaria de 6,3; monta el sistema de infoentretenimiento StarLink, equipa de serie el sistema de seguridad EyeSight…
Quizá lo más llamativo en términos de gama sea la incorporación del Subaru Forester Sport. Esta versión deportiva presenta características específicas como las llantas de 18 pulgadas, el alerón, la parrilla oscurecida y detalles en naranja.
En cuanto a la oferta mecánica, solo se ha anunciado un motor 2.5 bóxer de 182 CV y 238 Nm de par máximo, asociado a una caja de cambios CVT y a un sistema de tracción integral, combo con el que homologa un consumo medio de 7,1 l/100 km.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.