Es una de las persecuciones más famosas del cine del siglo XX. En la película Bullitt, Steve McQueen derrapaba y saltaba por las calles de San Francisco a los mandos de un Ford Mustang Fastback de 1968. Y, aparte de la espectacularidad de algunas escenas de acción, con el mérito añadido de que entonces no había ordenadores ni fondos croma y todas las acrobacias se hicieron de verdad. Es más, las hizo el propio McQueen, entusiasta del volante y piloto consumado.
Según el fabricante y Warner Bross, productora de la película, solo se utilizaron dos Ford Mustang Fastback para el rodaje del film: uno, el que realizó la mayor parte de los saltos, acabó en un desguace en Baja California; el otro, fue vendido por Warner a un propietario particular y se le perdió la pista. Hasta ahora.
Y es que Ford sorprendió a los asistentes a la rueda de prensa previa al Salón de Detroit cuando entró en escena, rodando, el Ford Mustang Fastback perdido. No solo eso. A sus mandos iba Sean Kierman, su actual dueño, que lo heredó de su difunto padre Robert, que lo había adquirido en 1974. Pero la sorpresa no quedó ahí, porque en mitad del escenario esperaba Molly McQueen, nieta del famoso actor, visiblemente emocionada ante la aparición del mítico modelo. “Mi abuelo quería utilizar un coche potente que fuera accesible para la mayoría, por eso eligió el Mustang”, comentó Molly.
La película cumple 50 años y, como homenaje, Ford ha creado una versión especial del Mustang, denominada como el film y con la potencia del motor 5.0 V8 aumentada a 475 CV (421 el normal). Y, por supuesto, con el mismo color verde del Fastback de 1968 y varios detalles a juego, como unas llantas muy parecidas a las originales y un cambio manual con pomo redondo de marfil. Solo se van a producir 50 unidades, que se van a reservar para el mercado estadounidense. Y una, aunque Ford prefirió no confirmarlo, debería ser para Molly McQueen.
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