El gran amor rojo de Benito Mussolini

El Duce adoraba los coches deportivos y fotografiarse al volante de los modelos de Alfa Romeo, su marca favorita.

Pescara
El Alfa Romeo Pescara era el coche preferido del 'Duce'.

Si hay algo que tienen en común los italianos, por encima de cualquier diferencia ideológica e incluso en tiempos tan convulsos como los del régimen fascista, es su pasión por los coches potentes. Benito Mussolini no era una excepción y conocida fue su fijación por los automóviles deportivos y en especial por Alfa Romeo. Una pasión que mantuvo, literalmente, hasta los últimos días de su vida y que marcó buena parte de su imagen pública.

A Mussolini le enloquecían los modelos de la casa lombarda; insistía en que se los mostraran personalmente antes que nadie, opinaba y sugería a sus ingenieros y, por supuesto, se hacía con los modelos más caros y exclusivos.

De hecho, el líder transalpino consideraba las victorias deportivas de la ‘Anónima Lombarda Fabricca Automobili’ una cuestión de Estado, así que en 1935 prohibió a cualquier otra marca de coches italiana competir contra Alfa Romeo en cualquier tipo de carrera. Algo, por cierto, que le supuso la enemistad eterna de un joven ingeniero llamado Enzo Ferrari que en aquel momento intentaba sacar adelante su todavía pequeña fábrica de coches deportivos. Desde ese día las relaciones de Benito Mussolini con Enzo Ferrari fueron siempre más que tensas y el creador de la marca del Cavallino Rampante solamente colaboró a regañadientes con el régimen del Duce (fabricando piezas de motor de aviación bajo la denominación ‘Auto Avio Costruzioni Ferrari’) cuando se vio obligado a ello en el punto álgido de la guerra.

Un coche demasiado monárquico

Para la mayoría de actos oficiales el dictador italiano prefería, sin embargo, un modelo mucho más sobrio de Lancia Astura Lungo; una preciosa berlina carrozada por Pininfarina, con motor V8 de 3 litros de cilindrada y 82 CV de potencia a 4.000 revoluciones. El Astura Ministeriale de Mussolini (pese a su función protocolaria y de representación) no estaba exento de funcionalidad, con detalles innovadores para la época como luz interior direccionable, un asiento trasero reclinable con memoria o neumáticos de balón de baja presión para poder circular sobre arena.

Curiosamente, el Astura no era el vehículo asignado a la Jefatura del Estado italiano pero era el que empleaba más menudo para sus desplazamientos oficiales y actos de partido. Esta condición la ostentaba el Fiat 2800 Torpedo de 1938, pero a Mussolini ese coche no le gustaba porque estaba demasiado identificado con la figura del Rey Victor Manuel III que lo usaba siempre en público y al que el Duce detestaba aunque lo utilizara políticamente como aval de su régimen dictatorial.

Pese a eso y por ser un vehículo extraordinariamente majestuoso, el líder fascista lo utilizaba en aquellas ocasiones en las que quería impresionar a algún invitado muy especial. En cualquier caso, el Fiat Torpedo era, más allá de los gustos de Mussolini, un excelente coche capaz de alcanzar los 130 km/h gracias a sus 2.852cc en 6 cilindros y una potencia de 85 CV.

Astura

El Lancia Astura, su coche para actos oficiales.

El ‘escarabajo’ italiano

Pese a que siempre se suele pensar en Hitler y en su Volkswagen como primer ejemplo de un vehículo popular promovido desde un determinado régimen, lo cierto es que a Benito Mussolini se le ocurrió esa idea en 1930, bastante antes que al canciller nacional-socialista. El italiano no tenía las veleidades artísticas del alemán así que no intervino en absoluto en su diseño pero sí que le pidió a Giovanni Agnelli, fundador de FIAT y en aquel momento también senador, que fabricara un vehículo de precio asequible al que pudieran acceder todos los italianos y que impulsara la movilidad en el deprimido país. Agnelli encargó a sus dos mejores hombres, Dante Giacosa y Rodolfo Schaffer, la tarea de construir un coqueto vehículo biplaza que no supusiera un desembolso mayor de 5.000 liras por unidad y que no consumiera más de 6 litros a los 100 km.

Finalmente y tras varios retrasos (el prototipo estalló envuelto en llamas el día de su prueba dinámica inicial) en junio de 1936 vio la luz el primer Fiat 500 A Topolino; un cuatro cilindros de 569 cc de capacidad, 13 CV de potencia y una velocidad máxima de algo más de 80 km/h que inmediatamente entraría a formar parte de la historia del automóvil europeo.

Fiat

Fiat 500 Toppolino, el coche que motorizó a Italia.

Un apasionado ‘alfista’

Pero sin ninguna duda la niña de sus ojos del político italiano fue siempre su Alfa Romeo Pescara Spyder 2300 de 1935 que la marca adaptó prácticamente a su medida y con el que Mussolini posó para los fotógrafos en numerosas ocasiones. Se trataba de una preciosidad granate de 2309cc, 6 cilindros DOHC y 119 CV a 4500 rpm derivado de los modelos Mille Miglia de competición. En honor a la verdad hay que señalar que el jefe del estado fascista italiano pagó por su coche (aún se conserva la factura) 50.000 liras de la época, el equivalente a casi 250.000 euros de hoy en día.

Mussolini dominaba magistralmente los mecanismos de la propaganda y sabía que a los italianos les excitaba más ver a su líder al volante de un potente deportivo que subido a un carro de combate o a caballo. Y como los dictadores, es cosa sabida, son muy suyos… según contaron algunos de sus colaboradores más cercanos, a Benito Mussolini le encantaba también irritar a Hitler mandándole fotos suyas pilotando automóviles espectaculares, sabedor de que el Fuhrer alemán no tenía carnet de conducir. Pero más allá de los actos de propaganda, en realidad eran muy pocas las ocasiones en las que Il Duce podía conducir su Spyder él mismo; obviamente su servicio de seguridad no se lo permitía y al volante de ese coche estaba siempre su chófer, Ercole Boratto, a la sazón piloto oficial y de pruebas de Alfa Romeo.

Duce

El ‘Duce’ al volante de un Alfa de competición.

Y fue también, ¿cómo no?, un Alfa Romeo el coche que el Duce regaló a su amante Clara Petacci; concretamente un maravilloso Alfa Romeo 6C 2500 Sport Berlinetta diseñado por el genio Vittorio Jano y considerado unánimemente por los historiadores de la marca italiana como uno de los modelos más bonitos surgidos jamás de la casa milanesa.

Precisamente este automóvil sería protagonista de los últimos momentos del dictador y su pareja, ya que en él intentaron ambos huir a Suiza el 25 de abril de 1945 con la Italia fascista ya derrotada, siendo capturados por los partisanos y ejecutados pocas horas después.

 

 

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