Cinco años después de su creación, en verano habrá nuevos distintivos de la Dirección General de Tráfico. Falta conocer los detalles, que deberán consensuarse entre los diversos actores implicados, pero las etiquetas cambiarán para ajustarse a la realidad de las emisiones y ya hay una fecha límite: antes del 1 de julio se presentarán las novedades.
Lo anunció ayer el director de la DGT, Pere Navarro, durante la presentación del laboratorio de ideas EY Mobility Center, un nuevo centro de estudios creado por la consultora EY para impulsar la movilidad sostenible.
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Navarro adelantó que la modificación de las pegatinas medioambientales no tendrá “efectos retroactivos” y justificó la nueva clasificación por la necesidad de “ubicar algunas novedades o disfunciones” detectadas en el marco actual.
El responsable de Tráfico recalcó que los distintivos actuales mantendrán su validez por una cuestión de “seguridad jurídica”. “La gente se ha comprado el vehículo en función de su etiqueta. No podemos decirles que aquello que se ha comprado ahora no vale”, subrayó en el EY Mobility Center, según recoge Europa Press.
La creación de un nuevo etiquetado no pilla por sorpresa al sector, pues ya estaba anunciado en el Plan de impulso de la cadena de valor de la industria de la automoción que el Gobierno presentó en junio de 2020. En ese documento quedó establecido que la actualización de los distintivos la coordinará la DGT junto “con el sector y con el resto de agentes involucrados”.
El sistema de actual (con las etiquetas Cero, ECO, C y B) permite clasificar los vehículos “en función del potencial contaminador”, pero las innovaciones tecnológicas han superado sus posibilidades y una de las alternativas es, según recoge el plan del Gobierno, añadir nuevos distintivos. No se descarta la creación de una etiqueta D para turismos que, aun contaminando menos que aquellos que obtienen la C, no merezcan la ECO.
Uno de los errores que se achacan a la actual clasificación es que la última citada, el penúltimo escalón antes de la Cero, se otorga a muchos modelos por el mero hecho de contar con algún tipo de electrificación, y no por las emisiones reales de partículas y de CO2. Y las miradas se dirigen en particular a los coches microhíbridos, que integran un pequeño sistema de 48 V como apoyo al motor de combustión.
Gracias a esa hibridación ligera obtienen la etiqueta ECO y quedan equiparados a los híbridos (eléctricos o de gas), pero no por eso dejan de ser contaminantes. Al menos algunos. Y muchos de ellos, de hecho, homologan unas emisiones de CO2 muy elevadas. Valgan como ejemplo el Maserati Ghibli (con 330 CV y entre 192 y 216 gramos de dióxido de carbono por kilómetro), el Mercedes AMG GT (435 CV y 202 g/km de CO2) o el Audi Q8 (hasta 340 CV y 208 g/km).
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