Un hecho intrigante y quizás poco conocido sobre los presidentes de los Estados Unidos es que una vez que juran el cargo, nunca más se les permite conducir un automóvil en una vía pública.
En 1958, se aprobó la Ley de ex-presidentes, que los obligó a renunciar a su permiso de conducir. En un país tan obsesionado con los automóviles, resulta extraño que su antiguo Comandante en Jefe ya no pueda conducirlos.
Al parecer, Lyndon B. Johnson fue el último presidente al que se le permitió ese lujo, y según el expresidente Bill Clinton, es ‘una de las mayores desventajas’ de ocupar el cargo.
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Curiosamente, William McKinley, que fue el vigésimo quinto presidente desde marzo de 1897 hasta su asesinato el 14 de septiembre de 1901, fue el primer presidente en viajar en un automóvil, mientras que Theodore Roosevelt (vigésimo sexto presidente entre 1901 y 1909) fue el primero en viajar en un automóvil propiedad del gobierno.

Lyndon B. Johnson: Amphicar
Lyndon B. Johnson fue vicepresidente de John F. Kennedy hasta que asumió el cargo como el trigésimo sexto presidente tras el asesinato de JFK el 22 de noviembre de 1963, y ocupó el cargo hasta 1969.

Johnson era un gran aficionado a los coches y quizás el ‘entusiasta de los automóviles’ más destacado de todos los presidentes. Tuvo muchos coches, pero, según se dice, su favorito era el Amphicar (o Anficar).
El rancho texano de 324 hectáreas de Johnson (hoy un parque histórico nacional) era un verdadero hogar en la cordillera donde LBJ podía hacerle bromas a la gente que se subía con él a su Lagoon Blue Amphicar, un vehículo anfibio creado por el diseñador alemán Hans Trippel.
Construido entre 1961 y 1968 (solo se fabricaron 3.878 unidades), se decía que era ‘el coche más rápido en el agua y el barco más rápido en la carretera’. Sus puertas de doble sellado garantizaban que no tuviera fugas y que pudiera permanecer aparcado en el agua durante largos periodos.

El Amphicar estaba propulsado por un motor trasero de cuatro cilindros en línea British Standard SC de 1.147 cc, refrigerado por agua, que generaba 43 CV. Las versiones posteriores incorporaron motores más grandes, de 1.296 cc y 1.493 cc, que generaban 53 CV. Las ruedas delanteras funcionaban como timones para dirigir el vehículo, por lo que no hubo necesidad de aprender a conducirlo de mar a tierra.
A Johnson le encantaba dar vueltas por el rancho con este coche, apuntarlo directo al lago de la propiedad y gritar “¡Los frenos no funcionan!” antes de entrar directamente en el agua con el consiguiente susto de los pasajeros.
Ronald Reagan: Jeep Willys
Ronald Reagan, el cuadragésimo presidente (que ejerció dos mandatos, de 1981 a 1989), amaba tanto su Willys CJ-6 rojo que posiblemente era su automóvil personal más preciado.
Esto se debe a que fue el regalo de Navidad en 1963 de su esposa Nancy. Y como los Reagan vivían en un rancho de 270 hectáreas, cerca de Santa Bárbara (California) le daba al presidente amplio espacio para conducir el vehículo que quisiera.

El Willys de Reagan de 1962 (no de 1952, como afirman algunas fuentes) es 50 centímetros más largo que el modelo CJ-5 tradicional (considerado uno de los mejores Jeep de todos los tiempos) y ofrecía mayor espacio de carga y pasajeros. Contaba con un motor de cuatro cilindros y 2.2 litros que ofrecía 75 CV. Alcanzaba una velocidad máxima de 96 km/h.
Se considera una pieza tan importante de la historia estadounidense que está registrado como ‘Vehículo Histórico Nacional’ (el número 10, para ser exactos). Actualmente, se exhibe en el rancho Reagan, abierto al público.
Barack Obama: Ford Escape híbrido
Antes de que Barack Obama asumiera el cargo como el cuadragésimo cuarto presidente (de 2009 a 2017), tenía un Chrysler 300C de 2005 alquilado. Cuando decidió postularse para la presidencia, muchos creen que abandonó el Chrysler (con un potente motor Hemi V8) en favor de un SUV, el Ford Escape Hybrid de 2008, más ecológico, orientado a la familia y como una declaración política de ‘apuesta por el medio ambiente.
Obama fue un presidente con conciencia ambiental que luchó por reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Por lo tanto, cambiar de un devorador de gasolina a un híbrido de bajo consumo probablemente no se debió solo a una imagen más ecológica. Sin embargo, era el coche de moda para muchos políticos de Washington (como Hillary Clinton, John Edwards y Christopher Dodd) en aquel momento.

El Escape fue el primer SUV híbrido en llegar al mercado en 2004. Contaba con un motor de cuatro cilindros en línea de 2.3 litros que generaba 133 CV, acoplado a un motor eléctrico de 70 kW.

Según varias fuentes, dejó el Escape poco después de convertirse en presidente. En 2012, durante un evento del sindicato ‘United Auto Workers’, prometió comprar un Chevrolet Volt enchufable después de ser presidente. Nunca lo hizo, pero probablemente se deba más a la ‘Ley de ex-presidentes’ que les prohíbe volver a conducir un coche en vías públicas… de por vida. Todo sea por su seguridad.
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