El promedio de emisiones de CO2 de todos los automóviles que se vendan Europa a partir de 2020 no deberá superar los 95 gramos por kilómetro. Es la exigencia, con bastantes matices reglamentarios, que la Unión Europa ha impuesto al sector del automóvil y que se antoja de cumplimiento improbable a la vista de los datos actuales de la inmensa mayoría de las marcas.
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Faconauto, la patronal de los concesionarios de automóviles en España, ha advertido de las consecuencias de estas medidas durante la celebración de la I Jornada de Automoción del País Vasco. Las empresas del sector se enfrentan a multas de 95 euros por cada coche vendido y gramo de CO2 en que se supere ese límite de 95 g/km, que se traducirían en cantidades multimillonarias, cifradas por algunas estimaciones en unos 30.000 millones de euros para todo el sector con actividad en Europa durante el próximo año.
Para Faconauto, la única alternativa para evitar estas sanciones pasa por incrementar en un 20% las ventas de automóviles diésel y en un 30% los electrificados. Una tendencia bien diferente a la actual: en lo que se lleva de ejercicio 2019, las matriculaciones de los vehículos de gasóleo se han reducido un 32,4%, suponiendo tan sólo el 27,5% del total. Una realidad que ha supuesto un incremento de las emisiones medias de CO2 de los automóviles de nueva matriculación, alcanzando los 118 g/km que suponen un 1,5% más que en el mismo periodo del año anterior.
La patronal denuncia la incongruencia de las legislaciones contra el diésel, especialmente en una etapa en la que la implantación del vehículo eléctrico resulta todavía claramente insuficiente y residual para contribuir a la reducción general de las emisiones. Según Faconauto, un automóvil diésel de última generación emite hasta un 20% menos de CO2 que otro correspondiente de gasolina.
Gerardo Pérez, presidente de Faconauto, lamentaba así la situación que se está produciendo: “Se quieren acelerar los procesos sin que ni la tecnología ni los compradores estén preparados. Los ambiciosos límites establecidos por la UE son un intento de acelerar la llegada de una movilidad descarbonizada, objetivo que compartimos en el fondo pero no en la forma. Nos falla el calendario, porque, para cumplirlos, hoy en día el vehículo eléctrico por sí mismo no es la solución, ya que no está suficientemente extendido, lo que nos lleva a tener que apostar de nuevo por el diésel de última generación. El resultado es la confusión de los compradores y el retraimiento del mercado”.
Del mismo modo, Pérez denuncia las presiones que los concesionarios están recibiendo por parte de las marcas a las que representan y la crisis en su relación que puede producirse: “Los concesionarios estamos colaborando con las marcas para ver cómo podemos alcanzar un compromiso de matriculaciones que nos permita dar respuesta a las exigencias medioambientales. Sin embargo, algunos fabricantes están trasladando el problema a los concesionarios imponiendo sanciones si no cumplen con ese objetivo. Nos parece una gran injusticia y pedimos que, al menos, se negocien esos objetivos. Las marcas que no quieran hacerlo se encontrarán con la oposición frontal de los concesionarios”.
Otras de las preocupaciones fruto de las previsibles multas al sector es la forma en la que pueden repercutir en el comprador final del automóvil, considerando que algunas marcas asumen como inviable cubrir desde sus arcas estas sanciones tan elevadas. De hecho, ya se están retirando de la venta en Europa determinados modelos que lastran de forma considerable su promedio de emisiones, mientras que por otro lado se ha acelerado la electrificación de sus gamas para mitigar en lo posible esta penalización para sus cuentas de resultados.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.