Podría parecer una obviedad aunque en realidad no lo es tanto. La lógica invita a pensar que la última versión de un determinado modelo de automóvil debería ser mejor que las precedentes. Pero no siempre es así y en la historia de esta industria encontramos algunos ejemplos evidentes que lo refrendan. Sin embargo, el axioma de más nuevo es mejor sí que se cumple a la perfección en el caso de la última generación del Mégane que Renault acaba de poner en el mercado.
Un compacto francés que se fabrica en España. El 80 por ciento de sus piezas tiene origen nacional (incluyendo motores y cajas de cambios de la fábrica de Sevilla) y se ensambla en la planta de Palencia. Y debemos estar orgullosos de su sello de producto nacional porque se trata de un magnífico automóvil, con certeza el mejor Mégane construido jamás. Para empezar, su diseño es todo un acierto ya que disfruta del empaque de coche grande con unas dimensiones que crecen en longitud y anchura para reducirse en altura. Es así como tiene un aspecto más deportivo, mientras que su habitabilidad también se beneficia de una mejora sustancial gracias a la mayor distancia entre ejes y un voladizo trasero más corto.
En ese interior más amplio cobra un protagonismo especial la calidad de los acabados y la exclusividad del equipamiento, convincente en cada uno de los cuatro niveles disponibles y espectacular en los superiores. Reclama nuestra atención desde el primer instante el sistema de conectividad R-LINK 2 con una pantalla central de nada menos que 8,7 pulgadas y una original orientación vertical; esta solución aporta muchas ventajas de manejo que se agradecen, desde ella se controlan la mayor parte de las funcionalidades del coche, que son muchas: las telemáticas (audio, telefonía, navegación o aplicaciones), las de configuración del vehículo (adaptable fácilmente en varios parámetros a necesidades o preferencias puntuales) y las de seguridad (alertas, control de velocidad, frenada de emergencia…). Otro detalle exclusivo del nuevo Mégane es su pantalla de proyección de información frente al conductor, un Head Up Display muy completo y con grafismos en color.
Mecánicamente, este automóvil compacto cuenta con las garantías de compartir plataforma con modelos tan solventes como Talisman, Espace o Kadjar. Y en ella se instala una completa ofertas de motores de gasolina (100, 130 y 200 CV) y turbodiésel (90, 110, 130 y pronto 165 CV), con la opción de caja de cambios automática para algunos de ellos. Tan eficientes que se encuentran exentos del pago de impuesto de matriculación, sin que esto suponga renuncia alguna en términos de prestaciones o agilidad de respuesta.
Junto a la gama convencional estructurada en cuatro niveles de equipamiento (Life, Intens, Zen y Bose) convivirán dos propuestas con un mayor talante deportivo (GT Line y GT), que Renault destina a sus clientes más exigentes en términos de dinamismo, habida cuenta de que no existirá versión tres puertas o coupé del modelo (tampoco cabrio, aunque sí familiar y sedán). En cuanto a los precios, se antojan realmente competitivos en un segmento concurrido como pocos, ya que la horquilla oscila entre los 16.600 y los 24.800 euros, incluyendo una promoción de 2.200 euros con carácter permanente e independiente de otro tipo de ayudas a las que el cliente pueda acceder (PIVE, financiación o seguro).
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