A veces pasa: vas a pisar el freno todo convencido y resulta que ese no es el pedal, es el del acelerador, y una vez lo has pisado piensas: “ya que estoy, lo aprieto hasta el fondo y ya veré”. Y no te importa el hecho de estar arrasando en el interior de un túnel de lavado.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram